Relatos/Partos

Brunella

Por Flavia Farina *

Ayer hicimos ritualito con Andi, quemamos los miedos, pedimos deseos. Lloré mucho, dije todo lo que tenía atragantado, lo solté. Me pesaba, no me dejaba respirar.

Dormí 3 horas de siesta, sola en la cama, ni me levanté para hacer pis, no hubo ni una contracción. Se despierta Pippi, me despierto yo, o al revés. Andi hizo sandwich de miga tostados y merendamos con matecito que hizo mamá. Me empiezo a sentir rara, esta vez es distinto. Duele, poco pero duele. No digo nada. Andi se va a jugar al fútbol, mamá cocina. Yo me siento a ver Cars con Pippi, no estoy para jugar. Nos bañamos, cenamos y lo llevo a dormir, necesito que termine el día. Duele más, ya son puntadas en la espalda, esto no está bien. Apagá la cabeza Fla, son fantasmas, es normal, es nuevo, todo esto no lo viviste. Bruni no es Pippo, me repito. Le hablo a la panza, Bruni falta, por favor.

Pippi duerme, Andi también está dormido. Voy al baño, me muevo, necesito gritar, el movimiento es distinto, es contracción, es contracción de parto. Mi cuerpo baila otra danza, quiero seguirla pero sé que no está bien. Falta, falta mucho. Estos movimientos, este grito tan parecido al del orgasmo, esta danza pero con las luces bajas, en un ambiente calmo, el aroma a menta invadiendo el espacio, una pileta quizás, Andi tomando mi mano, sosteniendo, alguien me masajea la espalda, a lo lejos se escucha la música elegida. Eso quería, pero no, no podemos Bruni, faltan dos meses. El placer y el miedo en un mismo escenario. Me tengo que ir a la clínica.

Lo despierto a Andi, vamos chan, no me gusta. Tranquila Fla, respirá. Descansa un rato. Trato de calmarme, le hablo, respiro. Me acuesto, no encuentro posición, me duele. Andi me mira y se levanta. La despierto a mamá para que vaya a dormir con Pippi. El mismo miedo de hace 2 años y 7 meses atrás se siente en el auto, el mismo sabor amargo. Pienso en la lista que hice con las cosas que necesitaba para el bolso, no tengo nada. Esto no está bien, mi cuerpo sabe que no está bien. Va a nacer, es prema, no tiene maduración pulmonar. Va a nacer. Hoy nace. Mi cuerpo lo sabe, la mente no quiere. Implemento respirar, estar en calma, pensar que son dos almas distintas, Bruni no es Pippi. Yo sé gestar por 9 lunas. Bruni nosotras podemos, nosotras sabemos. Andi me mira, en el fondo sabe que no estamos bien. Conoce mis caras, sabe que conozco muy bien mi cuerpo.

Llegamos. Me llevan a una habitación. Mamá vamos a empezar con la inhibición uterina y la maduración pulmonar. Otra vez la misma pesadilla. Siento el calor quemando mi pierna cuando me pinchan. Me ahogo. Hace mucho calor. Es la madrugada del 14 de julio. Las contracciones no paran, duelen en la espalda. Le pido a la mente que frene, yo puedo frenar esto, yo puedo ganarle. Le pido a Bruni que se quede 2 meses más, solo 2 meses más hija. No puedo con otra neo, por favor.

Agradezco que esté mamá con Pippo. Dormitamos, controlan a Mumi todo el tiempo, ella está bien, pero cuando hay contracción bajan los latidos. Dos días mamá, así completamos la maduración pulmonar. Estamos bien me dicen, tenemos tiempo. A las 4 de la mañana Andi agarra el celu, tiene esa cara que le conozco. ¿Qué pasó? le pregunto. Pippo tiene 39 de fiebre. Anda a verlo, es la primera vez que duerme lejos mío, fijate como respira, avisame por favor, yo estoy bien. ¿Estoy bien? Una hija a punto de nacer, el otro con fiebre y lejos de mi cuerpo protector. Todavía no nació y ya me están partiendo en dos.

Las contracciones se intensifican. La cabeza a punto de estallar. Tengo mucho calor. Necesito hablar con alguien. Mis amigas del otro lado del charco están despiertas y son la calma en la tormenta, me río, lloro, me abrazan a la distancia. Siento esa energía pero el dolor no para. Andi me avisa que Pippo respira bien, que duerme tranquilo.

Vienen a controlar los latidos de Bruni. Las contracciones parecen más espaciadas, sin tanto dolor. El cuello sigue cerrado. Respiro. Trato de no pensar en Pippi, solo en Mumi, nosotras podemos hija, nosotras sabemos, como si la repetición hiciera magia. En unas horas me hacen una eco y un doppler para también ver el percentil que estaba bajito. Andi sigue con Pippo, ya no tiene fiebre, están desayunando. Le dije que se quede en casa, que yo estaba bien. Viene mi obstetra, está tranquila, dice que hay que esperar que la medicación haga efecto. Que podemos llegar a término, que puedo irme a casa con contracciones espaciadas y sin dolor. Quiero creerle, pero desconfío.

Son las 6:30 de la mañana, este lado del charco está amaneciendo así que pido velitas, rezos, buenas energías y magia. Hablo mucho con la neonatóloga de Pippo, quiero saber si lo que hacen está bien.

Al mediodía me traen la comida, aunque no llamaría comida a ese líquido caliente con color raro y arroz flotando. ¿Por qué la comida de hospitales es tan fea?, me pregunto. Hacemos videollamada con Pippin, hola mamá, amo mamá, ¿y Mumi mamá?, le repito todo el tiempo que lo extraño y lo amo y ya vamos a estar juntitxs. A las 14 hs me hacen la eco, la miro, sigue ahí, tan perfecta, flotando en mi vientre, ese vientre que ya no es el nido que yo quisiera. Está todo bien pero siguen bajando los latidos cuando hay contracción. No se deja medir la cabeza así que no sabemos el percentil. Le pido a la partera que le cuente a Andi todo lo que me dijo a mí. Lo llamamos, le explica con amor mientras nos siguen controlando. Estamos bien hija, 2 meses más Mumi, por favor.

Viene una amiga a verme, charlamos, nos abrazamos, me trae un camisón. Viene Andi le pregunto por Pippo, me pregunta por Bruni, le digo que me quiero volver a Ituzaingó, no quiero estar más lejos de la familia. Se va a comprar ibuprofeno porque Pippo sigue con fiebre. La obstetra le cuenta el panorama, yo no soy muy buena trasmitiendo partes. Andi se va a casa a llevarle a mi vieja el ibu para Pippo.

Sigo pensando en positivo, me pongo música de relajación, le hablo, la acaricio. Pero algo cambia, algo en mí se siente distinto. Me entrego, no puedo sostener más esto, mi cuerpo no puede seguir sosteniendo y lloro, lloro con dolor, lloro con culpa. Perdón hija, perdón por no saber gestarte 9 lunas. Te pido perdón y ya no te pido 2 meses, te pido 2 días, solo 2 días más hija, hasta que la maduración esté completa. Por favor hija, necesito que respires por tus medios. Me entrego y ya pienso en otra neo. Ya sé lo que nos espera. Duele, duelen las contracciones, otra vez son más seguidas. Duele el cuerpo, duele el alma. También necesito que pese más de un kilo y medio.

Suelto y confío. Nosotras podemos hija, nosotras sabemos.

Siguen controlando los latidos, me ponen otra medicación para las contracciones, es lo último que podemos probar me dicen, por la edad gestacional de Brune no podemos pasar más cosas. Al ratito las contracciones son más seguidas y más dolorosas. Son las 18 hs, le pregunto a Andi dónde está, me dice que todavía no llegó a casa. Le pido que deje el ibu y vuelva que la Mumi va a nacer, que vuelva tranquilo porque hay tiempo, la obstetra dijo que lo esperábamos, que Mumi lo espera. Me inyectan surfactante para proteger sus pulmones. Esa palabra, esa palabra la conozco. Y entonces entiendo, entiendo que estoy sola, que Andi está yendo a casa y no está conmigo, que Pippo tiene fiebre y no está conmigo tampoco, que me van a hacer otra cesárea, que Mumi ya no aguanta más, que no llegó ni a completar una dosis de maduración pulmonar. Entiendo que va a nacer mi hija y que, otra vez, nada va a ser como lo soñado/esperado.

Hija vas a nacer.

En algún momento viene la neonatóloga, una señora rubia, muy coqueta, con una voz que me relaja. Me habla con amor, me explica cómo iba a nacer Mumi, me dice que va a ser distinto a mi primer parto. La verdad que no me acuerdo todo lo que me dijo, tampoco sé si estaba sola o estaba con Andi, pero entiendo (nuevamente) que mi hija va a nacer, que si su estado lo permite podía verla y darle un beso antes de que se la lleven a neo. Quería pedir tantas cosas, la música que habíamos elegido, el copap y la prendida al pecho, el corte tardío de cordón, incluso me dijeron que podían favorecer la microbiota de Mumi pasando un algodón por mi vagina y después por su carita. Tenía tantas preguntas sobre esta cesárea. No digo nada, no me sale ni una palabra, solo gracias.

Son las 18:30 hs, aviso en los grupos que nace en breve. La obstetra al lado mío controlando los latidos, cada vez bajan más. Me escribe mi psico, le respondo, me llama. No me acuerdo qué hablamos, solo le dije que estaba tranquila. La obstetra me dice que no puede esperar más, hay que ir al quirófano. Me pide la lista de música para poner en la sala. Me entrego. Está pasando, otra vez. Lo llamo a Andi le cuento que me van a llevar al quirófano, que Mumi está bien pero tiene que nacer. Me pregunta si yo estoy bien, le digo que sí, igualmente me pide hablar con la obstetra, hablan. Me desvisto completa, me pongo la bata, la cofia, me dan barbijo. Soy un cuerpo desnudo, en todo sentido. Me llevan en silla de ruedas. A las 19 hs entro a quirófano. Las luces me enceguecen, el olor me invade. Gente que se prepara para intervenirme. El anestesista viene contento, hacía mucho que no lo veían, hablan, se ríen, son todas mujeres y él. Me pide que me haga una bolita y me pincha 4 veces. Duele, mucho, quema. Pido por favor que agarre la anestesia, que esta vez no duela o duela menos. El miedo del parto anterior se hace presente. De fondo está la playlist que armamos para Mumi, suena Al otro lado de la piel, y en el medio la propaganda de spotify. Pienso: ¿por qué no paga para que eso no suceda?, me enoja. Me acuestan, me ponen una canulita para respirar, me sacan el barbijo, me ponen electrodos, me hablan, no tengo idea de qué. Yo solo pienso: Mumi respirá por favor, Mumi pesa más de un kilo y medio, Mumi viví.

Estoy sola en ese quirófano, rodeada de mujeres que van y vienen, que me hablan con amor, no escucho nada, no entiendo nada y de repente llega él. Lo veo vestido de verde, sus ojos brillan como nunca, como siempre. Gracias amor. Se sienta al lado mío, me abraza, me sostiene. Y me abren. Y la escuchamos. Y nace Brunella, Mumi como le dice su hermano, a las 19:25 hs y de fondo se escucha: y cuando el cuento casi esté por terminar, nos inventamos un final con más colores. Ale-ale, la vida está por empezar, ale-ale, no hay que perderse ni un segundo. Hay que inventarse mil pretextos y cantar, que hoy más que nunca una canción precisa el mundo. Ale-ale, la vida acaba de empezar. Y ella, mi hija guerrera, grita, fuerte. Y Andi me abraza y llora y me besa. Y yo solo digo: llora, está llorando. Me la apoyan en el pecho, la toco, la beso, le doy la bienvenida, nos unimos en un abrazo de tres, se aferra con su manito a mi dedo. Gracias guerrera de mi vida. Gracias por tu vida.

Y se la llevan, se va con Andi. Y me quedo vacía, me quedo sola y veo como mi cuerpo inerte se mueve de un lado para el otro, me están cosiendo. El anestesista me charla, nos reímos, me dice que la música que elegí es hermosa (se escucha Esos locos bajitos de fondo), que la obstetra pone sonidos de agua y pajaritos. Me felicita. Las obstetras también me felicitan, a mí y a mi beba. Me cuentan que estaba encajada, que venía haciendo un gran trabajo, que Brunella lo estaba haciendo bien. Mi mente viaja y se pregunta y entonces por qué, por qué no pudo ser un parto vaginal. Me llevan a la habitación, me dejan sola. Trato de mover las piernas, quiero ir a verla. No siento nada. Agarro el celu, me llegan las fotos del parto, cuento que nació, que pesó 1680 gr y respiró solita, que Andi ya la tuvo a upa, que estamos bien. Entro a google y hago su carta natal: sol en cáncer como yo, ascendente en acuario como el papá y luna en géminis. No sé muy bien qué significa pero me gusta. Somos una familia de aire y agua.

Son las 21 hs, a Mumi ya le hicieron eco cerebral y del corazón, le sacaron sangre, ya hizo pis, ya tiene una vía con antibióticos. Ya empezó la neo. Andi va a casa a buscar cosas para pasar la noche, a ver a Pippi y a bañarse. Vienen a controlarme, me acompañan al baño, quiero verla pero todavía no puedo caminar. Mi mente viaja, se anticipa a todo lo que va a suceder. Me empiezo a estimular el pecho, el calostro empieza a salir. Gracias cuerpa hermosa. Gracias por esto.

Llega Andi, son las 23:31 hs, vamos a la neo. Nos lavamos las manos dos veces, me ato el pelo, entro. Y otra vez, como un deja vú, entro a otra neo. Las luces bajas, las incubadoras, los monitores y sus ruidos, el silencio de la calma que antecede al huracán. Y otra vez, me asomo por una incubadora a ver a mi hija, abro las puertas con cuidado y la toco. La enfermera se acerca y me dice qué hacer, ya sé, la freno, mi primer hijo nació de 25 semanas, ya estuve en una neo. Se aleja. Mumi tiene una vía, una sonda, es rosada, llora, es hermosa y ya tiene un chupete que yo no elegí en su boca. Es perfecta. Pido agarrarla y me dicen que no, que se saca de la incubadora una vez por turno, me quedo callada. Esa sensación que conozco bien: soy mamá y no lo soy. Le digo a la enfermera que ya me está saliendo calostro, que lo quiero juntar, se acerca y juntamos las gotitas con jeringuita. 5 ml después nos vamos a la habitación.

Mi hija nació y lloró. Mi hija pesó más de un kilo y medio. Mi hija nació y fue mágico.

Mañana será otro día, otra neo nos espera. No estaba preparada pero acá estoy otra vez.

Ale~ale la vida acaba de empezar.

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Flavia Farina. Nací en Buenos Aires y hace casi dos años que vivo en Plottier, Neuquén. Tengo 36 años, soy mamá de Filippo y Brunella. Soy docente de nivel inicial, narradora, chef y profesora de yoga. Me gusta mucho leer y escribir. Actualmente comparto clases de yoga y talleres de lectura y escritura creativa. IG: https://www.instagram.com/flavietta.farina/