Relatos/Partos

Diario para Lena

por Tamara Naymark*

La historia de mi nacimiento podría contarla en tres partes. Las tres partes en que nací. Todo empezó el 9 de Noviembre de 1988. Era Martes. Mi mamá había tenido por cesárea a mi hermano 3 años y un día antes. O sea que el día anterior a que yo nazca por cesárea mi hermano cumplió 3. Mi mamá fue citada para la cirugía a las 7.45 de la mañana para que yo nazca más tarde pero la que estaba citada para la cirugía antes que mi mamá no fue, entonces mi mamá entró antes al quirófano. Me imagino que nací así. Apurada. Y así soy. Yo estaba durmiendo, en la profundidad de ese océano materno y de pronto y sin aviso, una luz se abrió y me despertó. Dicen de los abisales que son la parte más más profunda del mar. Donde no hay luz y todo es oscuro. Ahí estaba haciendo la nada yo, cuando se abrió ante mí esa luz que dije antes y alguien, algunas manos me trajeron al mundo. Vine en tobogán, alguien me empujó de él y así empecé a ser. Rápida, veloz, sin previo aviso, apurada, ansiosa así sigo siendo, así como nací vivo. Nací temprano en la mañana, vine al mundo a la hora en la que me encanta amanecer, a la hora en que amanezco desde siempre. Mi segundo nacimiento se divide en dos. Una parte es a los 3, la otra a los 8. La primera parte se da un 5 de Febrero a la tarde. Vengo de días en donde mi mamá y mi papá me ven raramente cansada y sin energías. Una llaga en la lengua, bicarbonato y hemorragia les alerta de que las cosas pueden cambiar repentinamente. Me acuerdo perfectamente de esa tarde en donde me llevaron al ex hospital de niños, me acuerdo la cantidad de sangre que drenaba de la boca, era un río de sangre, un mar de algo espeso y rojo. Luego un estudio y otro y otro más. Un diagnóstico colgado en el cuello que dictaba leucemia linfoblástica aguda y un viaje inesperado a Buenos Aires donde empecé mi tratamiento. Primera parte de mi segundo nacimiento fue saber que la muerte estaba lejos porque la enfermedad había sido agarrada a la velocidad de la luz y entonces también la quimioterapia comenzada a tiempo. No corría peligros pero nuestra vida como era ya no era más. Primera vida y primera muerte. Después de 5 años de tratamientos, consultas, viajes, internaciones ambulatorias, paseos, pelo que no se cayó pero que fue cortado para que no sufra la caída, cuidados extremos, catéter, punciones, un 6 de Febrero recibí el alta a los 8. Ese fue mi segundo nacimiento. Era verano y hacía calor. Nací en un consultorio chiquito cuando mis dos oncohematologos que me trataron esos 5 años me alzaron los brazos cada uno a cada lado levantándolos en señal de victoria. Segundo nacimiento completado. Mi tercer nacimiento fue cuando nació Lena. Luego de 9 meses, una semana y 3 días de embarazo, un diagnóstico de colestasis de último minuto, Lena nació un Martes 18 de Enero a las 10 y 20 de la mañana, en un día lluvioso y un poco más fresco después de una ola de calor inescribible. Los días anteriores yo sabía que su llegada al mundo era inminente porque nunca jamás perdí la intuición. Con el diagnóstico sabía que iba a ser sí o sí cesárea. Esa mañana de martes y luego de varios días sin dormir por la picazón de lo que les conté arriba, mi ginecóloga me dijo que esa semana tendría que nacer. De mi brotó la idea: ¿podrá nacer hoy? pregunté. No doy más. No puedo pasar otra noche sin dormir, me pica mucho, insistí. Y ella consultó. Eran las 8 de la mañana, y cuando volvió al consultorio mandó al papá de Lena, mi compa, a buscar nuestras cosas y yo me quedé esperando en la habitación. Lena llegó también en tobogán. Como llegué yo, un martes un poco más temprano 33 años antes. La apuraron tanto en llegar que le costó respirar y se había hecho caca adentro así que la llevaron a la Neo. Yo temblaba como un pavo real en la Antártida. Desnuda y sin mi hija, habíamos nacido las dos, ella por primera vez, apurada, voraz, con su carita dormida pero con un carácter estridente y yo por tercera vez, había nacido mamá y había nacido persona también, de nuevo, sacudiendo mis brazos producto de la anestesia, del miedo, de la adrenalina y de la novedad. Nací mamá y vi nacer a mi hija de mis entrañas, la fui a buscar con la intuición un par de horas antes, la traje a este lado cuando pedí que sea ese día, y menos mal porque la pediatra nos dijo que podría haber sido más complicado unos días después. Nací mamá cuando nació mi hija. Volví a nacer otra vez cuando la pude ver esa tarde, cuando la anestesia me abandonó y el dolor se apoderó de mi cuerpo, nací cuando subí el ascensor y la vi entre otros niños. Tranquila, con esos ojos brillantes, punzantes, celestes que supe que iban a mantenerse así para siempre y la apoyé contra mi pecho y se prendió a mí. Nacimos las dos de nuevo cada día que nos vimos en la Neo hasta ese viernes de calor infernal en que la pediatra me dijo: te la podés llevar a tu casa. Nacimos juntas en esta casa donde escribo esto siendo tan diferentes a esas dos que fuimos y que nacimos.

 

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Soy Tamara Naymark, tengo 34 años. Nací en Santa Fe capital.  Soy Mamá de Lena. Soy realizadora audiovisual, coordinadora de talleres de escritura creativa y de escritura y maternidades, educadora formal y no formal. Fotógrafa freelance. Amo escribir y leer y compartir con otres. Adoro cocinar.