Magia/Poesía

Por Camila V. González

 

Dos años. Dos madres

Mirame
entregando cuerpo y sobras
presencia, paciencia, lágrimas, calor
quitándome para dártelo todo,
entregando mirada, mientras mil ojos miran.
Dudo pero sigo ¿dónde está el aire?
de mujer que nada le importa.

Mírame, con aires de superpoderosa que no puedo sostener
me ahogué en la culpa, y la brisa se esfumó
¿dónde estoy? 

Tus ojos, tu energía infinita de vivir
me devuelven la bocanada
para no decirle al mundo
que hasta acá llegué.

 

 

Hace dos años escribí este poema y en un lapsus de tiempo volvíamos a casa, en la mesa se desplegaba un almuerzo infinito de bienvenida ¿Cómo se recibe a quien no sabe llegar? ¿Quiénes volvían?
Naciste de madrugada casi pegado al sol, todavía busco en algún amanecer algo de mí.
Conecte visualmente con los colores y el hambre era voraz,
mamífera sintiendo tu dimensión y otras más.
Febrero traía un calor insoportable y explotó un caño que inundó la casa en menos de tres minutos.
Llame a mi madre como si se acercara la peor catástrofe del universo
¡Se inunda todo!
Llegó con la remera al revés y la siesta encima
Empezó a secar el agua
con mi cría en brazos solamente tenía ojos para ella, el acto en sí no valía nada
pero yo me sentía a salvo, dos años después puedo conectar mi poema con la sensación placentera de que sea ella quien permitió que el agua no suba.
Se llevó el agua y me vio ser madre fuera del enorme edificio que tapa el miedo a la muerte.
El agua corría lento como los años que le llevó criarnos, sostener, éramos cuatro, somos cuatro, pero ahora somos dos madres.
El tiempo infinito recién empezaba, y quería correr atrás del agua, para siempre.
Naciste de madrugada casi pegado al sol, todavía busco en algún amanecer algo de mí.
Después de dos años aprendí a quedarme, también aprendí su lenguaje, sus dolores y sus miedos.
El sol siempre está cerca pero nunca llega a quemarnos.

 

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La mirada ajena se volvió algo más porque en tus detalles, descubrí el asombro, en el piso de casa, buceas entre las cosas que me gustaría ordenar y me haces entender lo que no puedo, me desarme llorando cada tarde por no querer jugar más.
“Nos reímos a carcajadas, jugamos muchos juegos, cantamos canciones para dormir, canciones para lavarnos las manos, canciones para bañarte, canciones inventadas, palabras inventadas de esas que nos gustan Camilazo René”
Hoy me quede sin ganas de canciones, dos años después de tu padre aprendo a maternar, escribo sobre todo lo que dí los primeros meses y ya no sé hacer.

Estoy obsesionada conmigo misma
Quiero leer hasta morir
Sin cuidar a nadie más que a mi
¿Así se siente el fin del puerperio?
Mi pecho olvidando tu piel
Se me fue el olor a mamífera sin embargo no puedo olvidar tu risa
No te quiero hacer daño, acepto mis limitaciones y después de la siesta bailaremos canciones
Gracias por esperarme, siempre quiero volver a repetir colores.

 

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Ella/ Cami V. González es Madre, Estudiante de Psicopedagogía y Poeta. Se crió en Villa Celina y actualmente vive en Tapiales también partido de La Matanza. Comparte sus proyectos y escritura en @poesiamadre