Nostalgia del futuro

La mujer-colchón

Por Sofía Medici*

El ruido blanco es un sonido constante y sordo que apaga a los otros sonidos. Puede ser la lluvia, el mar o incluso un ventilador.
Suele usarse para dormir porque apacigua al que lo escucha y lo ayuda a entrar rápidamente en “modo sueño”. Pero por sobre todas las cosas, se usa para dormir a los bebés.
Sin embrago, según el pediatra Carlos Gonzalez, hay que tener en cuenta que “dormir” es un verbo reflexivo. Uno “se duerme” a si mismo. Entonces, hacer dormir a otro representa, desde el lenguaje mismo, una contradicción.
Antes de tener a mi hija Olivia yo dormía entre 9 y 10 hs cada noche. Me había organizado para que las mañanas fueran mías, de modo que no importaba a que hora me hubiera acostado, siempre podría descansar. Después empezaba mi día de a poco, con un largo desayuno escuchando las noticias, me bañaba, preparaba algo frugal para almorzar y empezaba con mis reuniones de trabajo o simplemente me sentaba en la computadora a hacer lo que tuviera pendiente.
Hoy, con suerte, duermo 4 o 5 horas. Ando todo el día en estado de somnolencia, y así, semi dormida, amamanto, como a toda velocidad y me baño mientras ella me mira desde su sillita. Pero hay algo de todo esto del sueño (o en este caso “la falta de”) que me fascina.
Mi principal ocupación desde que nació es hacerla dormir, pero Olivia no quiere dormir en otro lugar que no sea mi regazo. Es decir que soy su colchón. No me había dado cuenta de esto hasta que una prima me lo hizo notar: “ahora entiendo porqué no llora, si esta siempre arriba tuyo”. Ahí entendí que no todas las madres tienen a sus bebés en su regazo las 24hs. También tomé conciencia de por qué no lograba cocinar, ni limpiar, ni ducharme, ni ir al baño. Desde ese día me puse como objetivo lograr que Oli duerma (al menos cada tanto) en su cuna.
Hice varios intentos por mi cuenta, pensando que la intuición me iba a guiar, pero en su mayoría fueron inútiles así que decidí buscar ayuda profesional. Entonces me enteré de la existencia de las “sleep coaches”, algo así como “entrenadoras del sueño”.
Aparentemente hay mucha controversia al respecto porque los métodos usados por algunas entrenadoras están en contra de las ideas de crianza respetuosa. Sin ánimos de entrar en las diversas corrientes de crianza, que son infinitas,, me interesó saber los diversos puntos de vista sobre cómo dormir a un bebé. O mejor dicho, cómo hacer que el bebé “se” duerma.
La vieja escuela propone el método de “dejar llorar a un bebé hasta que se duerme”, lo cuál no me convence. Es claro que un bebé que llora un rato se agota y se duerme pero, ¿cuáles son las consecuencias de ser totalmente desatendido? ¿Qué siente ese bebé?
También escuché: “que duerma arriba tuyo todo lo que quiera, es un recién nacido y es lo que necesita”. Eso, claro, es lo que vengo haciendo, y mi beba está bárbara, pero yo soy una piltrafa.
En el medio de estas dos teorías hay de todo, pero lo que más me interesó es enterarme que el sueño, de una manera o de otra, se aprende.
Aparentemente nacemos solo pudiendo entrar a dos fases de sueño. Sueño liviano y sueño profundo. Pero aproximadamente a los 4 meses, empezamos a desarrollar 3 fases más, hasta llegar a 5 en total.
El tema con las fases es que durante el transito de una a otra, solemos despertarnos. Los adultos aprovechamos para cambiar de posición, acomodar la sábana y seguimos de largo, pero para los bebés es algo nuevo y suelen sobresaltarse con lo cual les cuesta volver a dormir. De ahí los “despertares” nocturnos y todos los temas relacionados al sueño hasta que logran dormir de corrido.
Todo esto lo leí en un libro y me hizo preguntarme por qué durante mi vida no había aprendido nada de esto. ¿Cómo iba a manejar el sueño de mi hija si ni siquiera sabía que el sueño se aprende?
Terminada mi etapa autodidacta, pedí recomendaciones profesionales, pero no sabía bien quién iba a ser de mayor ayuda, así que decidí probarlas todas.
La primera fue M. una mujer de unos 60 años denominada “estimuladora temprana”. Antes de la “sesión” M. me pidió que filmara las rutinas con Oli. ¿Qué rutinas? Me pregunté. Ni siquiera sabia que tenía que tener rutinas. Durante un día me dediqué a filmar: el baño de la mañana, el juego en la colchoneta, las tomas de teta, Oli durmiendo en mi regazo, Oli durmiendo en mi regazo, Oli durmiendo en mi regazo.
Agregué horarios estimados como si todo eso se repitiera cada día, y se lo mandé. Unos días más tarde hicimos una video llamada, yo desde el living y ella desde su cocina, con varias personas pasando por detrás mientras conversábamos. M. sostenía su celular con sus manos mientras me hablaba, con lo cual la imagen se movía bastante. Su cara aparecía cortada, todo esto me distraía profundamente. M. repitió como un mantra: “la noche de los bebés depende de cómo sea el día”. A su frase de cabecera agregó algunas consignas que me parecieron bien, pero no pude sacarme muchas dudas que tenía. La principal de ellas:
¿cómo hacer para que Oli acepte dormir en su cuna?
Y por supuesto, durante toda la video llamada Oli durmió en mi regazo.
Al día siguiente apliqué los consejos de M. que fueron muy útiles para que Oli eliminara gases, pero siguió durmiendo en mi regazo.
Unos días más tarde hice otra video llamada con E., una puericultora con experiencia en temas de sueño.
Ese día decidí dejar a Oli con mi padre para tener una conversación más tranquila. E. apareció en la pantalla en su consultorio de Pilar, sentada en un sofá y con el fondo bluereado. Todo muy prolijo y cuidado. Lo primero que hizo fue hacerme algunas preguntas para “llenar mi ficha”, después preguntas personales y finalmente me dejó hablar libremente sobre lo que necesitaba. Tomó en cuenta mi condición de madre soltera, mis antecedentes en la búsqueda del embarazo, escuchó cada uno de los conflictos que tenía al dormir a Oli y finalmente empezó a interactuar conmigo dándome consejos muy puntuales. Al final de la llamada Oli empezó a llorar con lo que tuve que irme abruptamente y amamantarla, una vez más, sobre mi regazo. Ese mismo día empecé a aplicar los consejos de E. y funcionaron muy bien por unos días, sobre todo en las siestas..
Sin embargo, aún no logré descansar de noche. Oli sigue durmiendo en mi cama y se mueve, patea y hace ruiditos. Fue entonces que decidí consultar con P., una puericultora que me había ayudado al inicio de la lactancia. P. tomó un camino distinto: decidió ayudarme a dormir “a pesar” de que Oli duerma en mi cama. Así que me dio tips para no escucharla: tapones en los oídos o tomar algo para relajarme antes de dormir (incluso sugirió alguna copita de vino). Salvo la copita de vino hice caso a algunos de sus consejos,
pero seguí sin poder dormir.
Por esos días me pasaron el dato de una “sleeping consultant”. No fue fácil conseguir cita con V. Estaba tan solicitada que sólo tenía turnos muy tarde de noche, pero finalmente lo logré. La consulta estuvo bien un cuadro con información sobre la cantidad de horas y siestas que debe dormir un bebé según la edad, cuanto tiempo pueden estar despiertxs entre siesta y siesta, etc. Pero, según ella, la única forma de dejar de ser la mujer-colchón es dejar a Oli en el lugar donde va a dormir, sin arrullarla ni amamantarla. De más esta decir que ni siquiera pude intentarlo.
Hoy, pienso ilusionada en un futuro en el que pueda, cada tanto, prepararme un café. Y sin embargo, me encuentro con una tierna resignación y decido disfrutar de este momento que me toca. Siento la respiración pausada de Oli durmiendo en mi regazo, disfruto del aroma dulzón que sale de su cuello, del contacto de su cuerpecito sobre mi abdomen y aprovecho que tengo mi celular a mano para escribir esto.

 

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En su trabajo Sofia Medici (Buenos Aires, 1974) bordea lo escénico desde la performance, las artes visuales y la teoría buscando estrategias que puede tener la práctica artística para intervenir la realidad. Sus proyectos pueden tomar la forma de una conferencia performática, un tour, un concurso o una video-instalación y se ubican en los límites entre realidad y ficción.
Presentó sus trabajos en la 56 Bienal de Venecia, Bienal de Performance de Bs. As., el Festival Internacional de Dramatrugia de Bs. As., BienalSur, la 2da Bienal de Montevideo, DeSingel (Amberes), Cidade da Cultura (Galicia), Theater Spektakel (Zürich), Watermill Center (NY), Diskursfestival (Giessen), Casa Encendida (Madrid), Mounsonturm (Frankfurt), Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Lala Contemporary (Toronto), Salón Nacional de Artes Visuales, Premio Fundación Andreani, CC Recoleta, CC San Martín, CC Kirchner, entre otros. Se graduó en Cs. de la Comunicación (UBA) y en paralelo realizó estudios en artes escénicas. Fue residente en Working Visits (Bienal de Berlín), Watermill Center (NY), Mobile Academy (Varsovia), Atelier07 (Giessen) y Fundación Andreani. De 2007 a 2021 colaboró con la artista Lola Arias como dramaturgista y productora. Desde 2014 trabajó en colaboración con Laura Kalauz en varios proyectos. Actualmente lleva a delante junto a Luz Algranti, Ninja, una plataforma para proyectos interdisciplinares. Mas info: www.sofiamedici.com