Relatos/Partos

SOMOS MAMIFERAS

por Sofia Vilaro*

Todo por el abrazo de bienvenida, eso sí vale la pena, el abrazo de bienvenida de mi bebé, del ser que sale de mí. Todo azul, chiquitito, llorisqueando, con líquido amniótico, con el cordón todavía resbaladizo, y así, abrazarlo, besarlo y que escuche por primera vez “hola bebé, hola Rafa, hola mi amor” de una mamá emocionadísima… Por eso se romantiza y por eso lo volvería a hacer así. (Otra vez no) Pero así lo volvería a recibir a Rafa, a él, una y mil veces así. Pero qué locura es todo. Por favor. Alguien me dijo que dolía, que el dolor de parto, que esto, que lo otro, ¿pero por favor… así es? ¡Es tremendo, es tremendo!!
Somos mamíferos, siempre relacioné la palabra con animales: vacas, caballos, ovejas, ballenas.
Moría de ganas por un parto natural, mi objetivo era a toda costa el parto natural. Sé que tendré sólo uno y necesitaba pasar por esa experiencia ahora o nunca más. Y así fue, con reposo desde el 5to mes, cuidando cada centímetro de mi cuerpo, de mis comidas, de mi alimentación, de mis sueños, de mis relaciones, de mis conversaciones, de las películas, de las lecturas, etc. Llegue al 9no mes con contracciones, las cuales comenzaron en el mes 3. Asustada, con casi 40 años, pero llegué. Primer desafío: ¡superado!

El curso de preparto lo pude hacer por la mitad porque “pandemia”. Me faltaba la mitad. Pero llegué a hacer la parte en donde me dijeron cuándo debía ir a internarme para tener el parto. Sabía que, si se rompía la bolsa, y no había color marrón o verde tenía que ir tranquila, pero tenía que ir. Y llegó la semana 39.3 exactamente. Cansada ya pidiéndole de este lado que por favor salga, ya sin poder dormir, yendo al baño a hacer pis cada 15 minutos, ya dale, le pedíamos desde afuera el papá y yo. Y ese día 6 am, cayó un liquido espeso hasta los pies, espeso y líquido, sin saber describirlo mucho, desperté a Jessé, mi compañero, 6.30 am, y le dije rompí bolsa, me doy un baño y vamos. “Ok ok” me dijo. Un rato más tarde salimos al sanatorio, llegamos y me llevaron en silla de ruedas, hasta la puerta de la guardia. Me revisaron, no tenía dilatación, me preguntaron cómo había sido el líquido, lo describí y nos mandaron de vuelta a casa. Pura frustración. Pura bronca. Puro mal humor. Creía que me habían subestimado en la guardia, yo estaba segura que había roto bolsa, al menos había fisurado. Llegamos a casa de vuelta, les escribí a algunas amigas y familia, llorando, contándoles que “yo juraba que iba a nacer hoy”, todos me dieron aliento y mi amiga Male dio en la tecla, “el día de hoy recién empieza, Sofi”. Me quedó grabado eso. Me acosté, dormí, y durante todo el día hasta las 6 pm seguí largando líquido. Decidí escribirle a mi obstetra y a mi prima médica también. Ambas me dijeron, rompiste bolsa, sí, andá a internarte. Yo aviso a la guardia, me dijo mi médica. Volvimos a la guardia y ahora sí, me internaron. Aunque dilatación cero…

Primero, nos dieron la habitación, nos acomodamos, guardamos la ropa en el placard, hablamos con nuestra familia, filmamos videitos, jugamos como si fuera un hotel, me bañé con un desinfectante rosa que me dieron, me acosté, miramos tele, las noticias del coronavirus, dibujitos. Y a las 20.40, un dolor diferente y más pronunciado. Ok, empezaron los dolores más fuertes.
Al rato arrancó el suplicio, cada 5 minutos un dolor extremo, extremo, extremo, nunca había vivido un dolor así, me acordaba de mi papá y sus dolores de huesos antes de morir… Después cada 3 y después cada 2 minutos. Por favor, pónganme algo, decía, despacito, pero suplicando. Después de unas horas, ya me habían hecho tacto 2 o 3 veces, me acordé del padrino de mi hermana, Cacho, veterinario, cuando le hacia tacto a las vacas, así, tal cual. Fui dilatando de a poco, muy de a poco, y cada vez que venía la partera me decía: Vuelvo a las dos horas… quéeee,…. Me parecía una eternidad tener que esperar dos horas más con ese dolor, me dijeron ¿querés buscapina? ¡Y Sí!!! Por favor. No te va a calmar. Eso pasará con la peri. Ok, les dije. Y me dieron buscapina por la vía. No me hizo nada creo, pero quedé atada a una vía que salía de mi vena, del brazo derecho.
Me reía por dentro de la música que preparamos, el parlante que llevamos, qué risa me da. ¿Para qué te dicen que lo lleves? Pensaba, qué insólito, quién puede ponerse musiquita con semejante dolor, ¿existe eso? Para mí imposible, yo feliz de estar pariendo, pero, musiquita, imposible. No quería escuchar nada de nada, solo quería respirar y dormir entre contracción y contracción, 5 min, sí, dormitaba 5 minutos y volvía el dolor, de a poco, hasta llegar a su punto máximo, y volvía a bajar y yo volvía a dormitar. Aliviada, pero sabiendo que iba a ser un alivio de 5 min nada más.
Yo había elegido ese sanatorio por tener salas UTPR que son salas que te permiten estar en cuclillas, bañarte, estar con la pelota de yoga, pero nada de eso pude hacer, nada de eso.
Y así pasaron 5 o 6 horas, cada 5 minutos casi quebrándole la mano a Jessé. Rafa de mi corazón!!! Qué contradicción tanto amor y tanto dolor. Y pensaba y pensaba, así es la llegada a la tierra, desde la vagina de tu madre, con gritos compartidos, de dolor y amor.
Llegaron las 6 de la mañana, llamé con una profundidad dolorosa a la partera que no tenía mucha onda y eso me enojaba un poco. Le dije: por favor ¡llevame a darme la epidural!
Estas con dilatación 6 me dijo, con voz sequísima, como diciendo, no te puedo llevar todavía, te faltan 4 cm. Por favor, le dije, por favor!!!!
Evidentemente la conmoví, me dijo, ok, ahí viene el camillero. Uf que bueno, algo distinto se venía, gracias dios me iban a mover para llevarme a la sala de parto. Tardó, como 30 minutos más, pero vino el camillero, me dijo: pasate a esta camilla. ¿Eh? Yo lo miré de reojo y con mis ojos le preguntaba ¿cómo pretendes que me mueva? No puedo moverme. Otra contracción. Uff… Y así como pudieron, entre Jesse, el camillero, la partera y yo pasamos mi cuerpo pesado y doloroso a la camilla. En los pasillos, más contracciones. Pensaba en los que ya tenían a su bebé en los cuartos, habrán escuchado mis gritos toda la noche. Por segunda vez pensaba en mi papá, me acordé del día que lo trasladamos de terapia intensiva a la sala normal, él gritaba de dolor, pensaba en él e imaginaba cómo habrán sido sus dolores de huesos, ese día en aquel ascensor.

Llegamos a la sala de parto, y a los 15 o 20 minutos, llegó el salvador, el anestesiólogo. Se presentó, con seguridad, Alejandro, me dio confianza, iba a ser el que me iba a sacar el dolor, le pedí con respeto que por favor que se apure, y zaz, me clavaron en la espalda varias cosas, no sé cuántas, y dolía si, justo vino otra contracción, fue intenso, pero iba a ser lo que me iba a sacar el dolor de las contracciones, por eso, “me porte lo mejor que pude, sin chistar”. Listo me dijo. Y no sentí nada más. Súper consciente, pero sin dolores. Ay… Gracias, gracias, le decía. Entiendo a las mujeres que eligen que no les pongan la epidural, no iba a ser mi caso.
Me iban informando de a poco, Ahora no dilatas más me dijeron, vamos a inducirte, con este goteo, hasta llegar a 10, estás en 7. ok. Les dije. Ya no me importaba nada, no sentía dolor. No me importaba nada.
Y así me pasaron el goteo, a la hora ya estaba en 10. Listo, a pujar. “Ahí lo veo” dice la partera, otra partera, se habían cambiado, por cambio de guardia, ahora estaba Nancy, mucho más amable, amigable, bien dormida, amorosa. O era mi anestesia que me hacía ver todo diferente.
Ahora falta mi médica, pero ¿dónde está? La llamaron, se hablaban entre ellos.
Ahora no faltaba nada, solo que llegara mi médica. Escucho la voz de Alejandro, el anestesiólogo algo enojado diciendo, “me estas cargando yo vine 7.30 y ella no llega.” ¿La llamaron? Si, está por Sodimac, dice una. Yo escuchaba y ya nada me importaba porque tenía la anestesia. Pero “Está en Sodimac”, me quedó grabado y lo uso como un chiste ahora, cuando alguien está perdido, en otra, en babia, yo digo “está por sodimac.”
Escucho también que alguien dice “el bebé está muy arriba” y viene un médico al que nunca le pregunté el nombre, pero fue quien me ayudó muchísimo, yo confiaba, sus manos parecían seguras, me empujó con mucha fuerza la panza, y la partera me explicó como pujar, yo ya lo había estudiado, pero le hago caso a ella solo a ella, lo hago, le digo tengo miedo a hacerme caca encima. No te preocupes, pasa mucho. Esto nadie me lo había dicho, no me pasa. Llega mi médica, llegó por fin, yo no estaba enojada en ese momento, le vi la cara y me alegré, me dio tranquilidad, se puso a trabajar, y le comentaron “está muy arriba.” Yo llegaba a tener que ir a cesárea después del esfuerzo que había hecho y me moría… así que iba a hacer todo para que salga ahí, en ese momento, pujando.

Bueno, pujá… “ring” llaman por teléfono, y piden hablar conmigo, no dudo, era mi madre, que por la pandemia no pudo estar, pero justo llama en ese momento, instinto de madre o no sé… “decile que estoy bien, pero córtale por favor.” No iba a atender obviamente.
Sigo pujando, lo hice 2 o 3 veces le dicen a Jessé que vaya a ver como salía la cabeza, él no quería ir, pero fue, y casi se desmaya, después me contó.
Yo seguí pujando y siiii, finalmente salió, por fin por fin… salió un bebé azul, hermoso, con una boquita hermosa, doblada, como mordiéndose los labios, hermoso, hermoso, con el cordón uniéndonos todavía, me lo pusieron en el pecho, y yo le decía “hola bebé, hola Rafa, hola.” Pienso, es la primera vez que escucha algo y es mi voz.
Y con mis piernas abiertas todavía, el bebé arriba mío, la sangre, el cordón, me dicen: 3 puntitos. Ahhh que impresión, y empecé a emitir sonidos de impresión al estilo ah uh oh, mientras me cosían. ¿Qué pasa Sofía? está todo bien, el parto fue excelente. Yo no entendía que me hablaran a mí. ¿En serio? La gente lo hace así, ¿es así un parto? Están todos locos, todos…. Eso sí, la emoción de tenerlo en mis brazos, de haber sacado una persona de mí, eso no lo olvido más, azul, hermoso, animal.
Después me dijeron ¨vamos a cortar el cordón¨. Ok, les dije. Lo cortaron. Jessé no quiso hacerlo.
Y ahí me dijeron le vamos a hacer los chequeos que el papá nos siga. Y en la misma sala, al lado mío, lo pesaron, lo midieron, le pusieron algo en lo ojos, me pidieron ropita, le dieron una vacuna. Lo pienso y lloro, bienvenido al mundo bebé, ya empezaron a adiestrarte a hacerte persona, ser humano.
Será nuestra responsabilidad a partir de ahora educarte amarte, quererte y hacerte feliz. Muy feliz.
Hola bebé. Hola Rafa. Bienvenido al mundo, somos mamíferos.

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Ella/ Sofía tiene 41 años, estudió Cs. de la comunicación y también es actriz. Trabaja para dos editoriales muy reconocidas sobre fotografías y novelas gráficas. Y hace teatro independiente. Comenzó sus estudios de teatro en 1997 en el Centro Cultural San Martín, mientras realizaba la carrera de Cs. de la Comunicación en la U.B.A. Del 2002 al 2005 asiste al Taller de Agustín Alezzo haciendo paralelamente danza contemporánea, clown, foniatría y talleres varios de técnica. Entrena en el Sportivo Teatral durante el 2005, 2006 y 2007. Formó parte de la compañía teatral “Matambre” dirigida por Patricio Abadi desde el 2009 hasta el 2011. Actuó y Asistió en la dirección en la obra «Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío». Actuó en la obra «SADE» de Alejandro Tantanian, dirigida por Ernesto Donegana, en el Teatro El Extranjero. Hizo el guión, la producción y dirección del cortometraje «Buscando a las Maritas» aprobado por la Ley de Mecenazgo y subsidiado por la Fundación Itaú. El mismo se exhibió en el ciclo de cine: «Inusuales Cotidianos» teniendo lugar en diferentes provincias. Y ahora es parte de la programación de IncaaTV. Fue asistente de dirección de la obra de teatro «Intenso Azul», unipersonal de Ana Clara Schauffele, dirigida por Carlos Belloso. Actualmente forma parte de la compañía el Muererio Teatro, dirigida por diego Starosta.