por Ana Sanchez*
¿Por qué nadie te dice nada sobre el puerperio cuando estás embarazada? ¿Qué oscura razón lleva a las mujeres a no compartir con otras lo increíblemente difícil que puede ser sobrevivir con un bebé después de un parto?
Día 1
Parto, ya casi ni te recuerdo. Doloroso. Shock. No poder sobreponerse psíquicamente al dolor y tener una recién nacida en casa que necesita cosas que no sabés cuáles son y que las comunica a todas llorando. Lo bueno es que no era central amamantar porque las primeras 12 horas son de descanso y de mecoño. No te olvides de cambiar el pañal porque, aunque no come, caga. No te convertiste en mamá, estás empezando a no ser vos.
Día 2
Calostro. Darle y darle al “sándwich” de teta y al apretuje para que salgan algunas gotitas que alimenten a tu bebé. Si no, no habrá leche, si no hay leche no hay vida, si no hay vida no hay nada. Tetas sin forma para el bebé, bebé formado para tetas y ese no entender cómo la naturaleza puede ser tan sabia y tan compleja al mismo tiempo. Empieza a sentirse el cansancio. El dolor del parto no pudiste digerirlo, no pudiste contarle a nadie, no pudiste sufrir porque hay alguien que importa por sobre vos que es tu bebé. Ese no ser más vos, ese dejar la piel en el parto, quedar en carne viva y no encontrar nada para taparte durante días, ese es el comienzo consciente del puerperio. Nada va a ser fácil. ¿Por qué nadie me avisó?
Día 3
Bajada de la leche, te despertás en crisis total. Bebé no durmió. Trató de tomar teta durante horas pero no pudo porque tus tetas son una roca. Arde. Duele. Gritás. Grita ella también. Llorás, pero es peor porque nadie puede venir a consolarte. Al mismo tiempo, vos sos su único consuelo. Consulta de lactancia. Hacés todo lo que te dicen, pero estaba mal. Otra consulta de lactancia, nunca pensaste que el repollo podía ser una planta tan sagrada que apoyada sobre tus tetas iba a ser el mejor mimo del mundo. Dicen que dura un día, que ya va a pasar. Ya perdiste la cabeza. Todavía no sos mamá, todavía querés ser vos, llorar por vos y ella por ella, y el enredo y la lucha libre que es tomar una teta se vuelve fuerte. Visitás lugares oscuros en tus sueños, pensás en que no viva más o en que vuelva a la panza. Pero también soñás con las vacaciones, con los tres en un bote, en un río,bajo el sol. Cortala. No hay propaganda de puerperio ni de puérperas porque no hay producto que te salve. La necesidad de salir y escaparse de esa realidad es fuerte. Un repollo en las tetas, un bebé que llora en los brazos, miles de almohadones que no sostienen a nadie y la soledad de tu cuarto. Ahí donde hubo amor, fuego, sexo y también mucho descanso y mimos, ahora solo hay dolor y sentido de responsabilidad sobre esa personita nueva, vos sabés que no es amor, todavía no. Todavía no soy mamá, todavía ella no es hija.
Día 4
Dar la teta te da miedo. No querés cargar a la bebé. Querés dormir. Le pedís a tu compañero que se la lleve, que la duerma y él puede. Pero vuelve hecha una fiera porque él no sos vos, porque ella piensa que sos vos y vos sos también un poco ella, como en la panza. Y esa simbiosis se vuelve agresiva, nos peleamos a los gritos y con llanto porque cada una quiere ser sí misma, pero no sabemos cómo y es muy pronto. Tus pezones no se forman. Duelen. Tenés que sacarlos para fuera, pero duele. ¿A quién se le puede ocurrir que dar la teta puede ser algo placentero? ¿Por qué ella no pone más de sí y lo resuelve?
La bebé tomó más leche, ya empieza a ser leche, duerme varias horas aunque después es un caos, todavía no sabés la que te espera a la noche y tenés miedo.
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Día 11
Parece mejorar todo. Ella llora menos, era hambre. Teta todo, todo el día. Miles de técnicas para optimizar las tomas. Carreras de postas para dormir y comer. Bañarse ya es un privilegio. Cantar a la bebé y disfrutar más, un objetivo. Pero parece que va mejor, caca y pis están muy bien. Mañana vuelven a pesarla.
Día 12
Malas noticias, siguió bajando. Algunas personas dicen que no pasa nada, que es normal, otras que es el fin del mundo y que estamos entrando en una zona gris oscuro en la que la bebé la puede pasar mal. Casi todas coinciden en que el problema no es la fisiología sino el vínculo. O sea, culpa de la mamá que no se entrega, que no fluye, que no relaja, que no disfruta, que no sabe, que no puede y que no quiere. ¿Qué más se me puede decir y pedir? El papá llegó a decirme que yo pongo todo esto pero no tengo amor para dar, por eso ella no engorda. Me sugieren psicólogos, que haga así, que haga asá. Es muy abrumador, yo no paro de llorar llena de culpa sintiendo que la bebé se puede morir de hambre por mi culpa y también buscando algún lugar donde validar todo lo que sí hago por ella, ese amor que aunque no salga como en una propaganda está en cada movimiento de mi cuerpo dedicado a su bienestar. No voy a negar que el ego cuesta, cuesta soltar lo que una necesita y poner en el centro a la bebé. Ya lo decidí, no voy a estudiar más, dejaré todo para otro momento, ahora todo por ella. Siempre todo por ella, lo vea o no lo vea el resto. Y a partir de mañana, este diario tendrá otra destinataria. Será un diario para Milena.
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Tinder de puérperas
La conexión que tengo por estos días con otras mujeres que están criando bebés como vos es increíble. El “match” de maternar es tan fuerte que parecen amores adolescentes, vibro con otras puérperas más que con mi propia pareja o mis amigas de toda la vida.
Participar de un círculo de puerperio está dando sus frutos, no sólo me salvó en el postparto los primeros meses, sino que ahora me está permitiendo tener cerca a muchas mujeres que viven como yo la maternidad a flor de piel. (…) Desde el primer día sentí que ser mamá era amar en expansión. Con los meses fui entendiendo que la ampliación de mi capacidad amatoria excede nuestro vínculo, que tu llegada, tu forma de comunicarte con el mundo y hacerte entender me está transformando en un ser más amplio en el mejor sentido del término. Vivir el amor expandido es algo que se vuelve difícil en un mundo tan individualista y mercantil, se pone como un desafío. Cuando me junto con algunas de estas mujeres, se perfuma el espacio con oxitocina, tanta teta y tanto olor a bebé funciona como una onda expansiva para el amor y la ternura. Así que en esos momentos soy mamá de dos o demás bebés, lo mismo quien esté en la “cita” y entonces se genera una sinergia maravillosa, colectiva, amorosa. He llegado a pensar que me encantaría vivir con todas ellas, sería más fácil porque lo esencial no hace falta explicarlo, la colaboración y el sostén salen solos (…)
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Ellas/
Ana Sanchez tiene 39 años y se formó como profesora de Lengua y Literatura. También estudió Licenciatura en Enseñanza de la Lengua en la Universidad de San Martín (UnSam) y se formó como especialista en Educación Sexual Integral en el Instituto Superior de Profesorado Joaquín V. Gonzalez de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente se encuentra terminando su tesis de Maestría en género y políticas públicas en FLACSO.
IG @soyanitasanchez
Mama_qocha tiene 39 años, es madre de 3 personas en crecimiento que adora maternar. Empezó a dibujar de muy chiquita, a los 5 años ya estaba en clases de dibujo y pintura, 10 años después se recibió de profesora en el Conservatorio Fracassi de la Ciudad de Buenos Aires y empezó a dar clases. Si bien trabajó en diversos proyectos, su arte se basa en los procesos de gestación, maternidad y búsqueda espiritual. Hizo ilustraciones para Parirnos libres (2018), El método laxmi, 9 claves para un parto sin dolor (2022), la colección de Cuentos para el alma (2020), con video y transcripción en Lengua de Señas Argentina.
IG: @mama_qocha.ilustra