Nostalgia del futuro

La pestaña del lobo

Por Bar Duhau*

“Si las mujeres que ahora estamos criando
a nuestros hijos decimos la verdad,
puede que al final podamos ver”.

Susan Griffin. Notas sobre la cuestión del feminismo y la maternidad

Hace ya muchos años, cuando empecé a escribir, leer e investigar sobre maternidad, le pregunté a la escritora Hollie McNish por qué pensaba que la mayoría de los libros sobre maternidad trataban solo sobre los primeros años, y casi nada sobre los años posteriores, o sobre la adolescencia, o sobre el nido vacío.

¿Por qué la maternidad dejaba de ser primera plana en la vida de sus autoras y se transformaba en otra cosa?

Suponía que otra “existential dread” se les avecinaba, pero no podía entender cuál.

Yo misma era una madre que escribía para entender esos primeros años, y quería saber qué había después. Ella me evadió la pregunta. Habló de la privacidad de les hijes, de su propia historia. Supongo que tampoco lo sabía.

Yo no supe la respuesta, y me quedé con las ganas de saber.

Creo que en parte por eso di mi primer taller de maternidad y creatividad cuando mi hija tenía dos años, para encontrar esa respuesta, entre otras. Claro que en ese entonces no entendía nada sobre la maternidad. Necesitaba leer todo lo que encontrara sobre el tema, poner a otras a crear, descubrirlo todo, y sentirme menos sola. Un poco entendí, pero la respuesta tardó seis años más en llegar.

Ahora sí la sé.

Mi hija tiene 8 años. Hace algunas semanas se le cayeron las dos paletas de arriba y es como una pequeña viejecita que sesea y sonríe con agujeritos. Las preguntas existenciales sobre ser su madre cambian cada día, y algunas son mucho más profundas que las que me hacía cuando ella era un bebé. Sin embargo, mi propia maternidad dejó de ser el tema principal de mi vida.

A ver, a mí la maternidad me partió al medio. Me obligó a verme de frente con todo lo que estaba evadiendo desde antes de ser madre. Fue un choque de frente contra mi propia vulnerabilidad. Me partí y me volví a armar. Fue mi gran despertar espiritual, mi gran despertar creativo, mi gran despertar sensible, mi gran despertar.

Hace solo algunos años que puedo disfrutar de verdad de ser madre, y creo que en parte debe ser por eso que ya no escribo tanto sobre ella, sobre mi maternidad.

Una madre que deja de ser solo madre. Una mujer.

Hay un concepto que habla de esto y es la matrescencia. Odio ese nombre (como tanto otros que hay asociados a la maternidad -¿podemos inventar un nuevo glosario, por favor?-), pero habla de esto mismo.

La ruptura identitaria que supone la maternidad nos obliga a repensar todo sobre nosotras y ese shock suspende el mundo y el intelecto, nos vuelve más salvajes, nos obliga a descreer todo lo que nos habíamos contado sobre nosotras mismas y sobre el mundo.

Después de convertirse en madre, una mujer entra en el limbo creativo de su propia destrucción y (posible) reconstrucción. Es en esa nueva identidad que empieza a aparecer su nueva forma de ser y de estar en el mundo, en ese eterno perderse y (re)encontrarse, en esos momentos en los que todo se derrumba para dar paso a un nuevo entendimiento creativo de una misma.

Ahora que no escribo tanto sobre mi propia maternidad, escribo sobre este pasaje, este gran rito de pasaje tan olvidado, tan vital y poderoso. Y acompaño a otras a repensarlo, a verse de vuelta, a entender que aunque todo se vea oscuro, está bien, porque tiene que ser así. Perderse para encontrarse.

¿Hay algo más creativo que la maternidad? Yo creo que no. Y acá no hablo de arte. Ni siquiera hablo de crear seres humanos. Hablo de crear la propia vida, de reinventarla.

La maternidad como la pestaña del lobo sobre la que escribe Clarissa Pinkola Estés:

«Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará».
«-No salgas al bosque, no salgas por favor- dijeron ellos-
-¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? Preguntó ella.
-En el bosque hay un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas del bosque, por lo que más quieras.
Pero naturalmente, ella salió del bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
-¿Lo ves? Ya te lo decíamos, graznaron.
-Esta es mi vida, no un cuento de hadas, replicó ella, hay algo que me dice que tengo que salir al bosque porque sino jamás ocurrirá nada.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
-¡Socorro! ¡Auxilio! Gritaba el lobo. ¡Ayúdame y te daré recompensa!
¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? Le preguntó ella.
-Mala pregunta, dijo el lobo. Tendrás que confiar en mi palabra. Solo hay una pregunta que merece la pena hacerse. ¿Está el alma?
Y entonces ella corrió al riesgo, abrió la trampa, sacó la pata del lobo y la envolvió con hierbas. Pero, como había leído demasiados cuentos, exclamó: Bueno, ahora ya puedes matarme, terminemos esto de una buena vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. Porque el lobo se arrancó una pestaña y se la entregó diciendo: “Úsala y procura ser sabia”, de ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con mas claridad.
Si no te acercás lo suficientemente al lobo y corrés el riesgo, nunca vas a ver su pestaña. Y si no la vés, te la perdés.
El lobo da un montón de miedo, sí. A mí, de hecho, me comió hasta que me pude liberar de sus entrañas. Pero cuando salí de la oscuridad del lobo y pude mirarlo de cerca, vi su pestaña, y era maravillosa.

Estos son fragmentos de un libro que estoy escribiendo sobre la potencia creativa de la maternidad.

Hace unas horas, en Argentina, se puso en jaque -OTRA VEZ- la posibilidad de elegir ser madres de las mujeres -de verdad otra vez tenemos que discutir this shit?- y me pareció oportuno traer este tema sobre el que no estoy publicando mucho últimamente. No porque no me interese, sino porque justamente lo tengo tan presente en mi vida que es como si necesitara sacar la cabeza fuera del agua para hablar sobre otras cosas.

Ser madre es muy difícil. La maternidad te rompe. ¿No podemos elegir querer -o no- pasar por eso?

En fin.

 

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*Ella//Bárbara Duhau @barencolores
  • Aliada creativa, docente y artista. Investigo el cruce entre creatividad, maternidad, arte, exploración personal y bienestar desde hace más de ocho años.
  • En los últimos seis, acompañé más de 400 proyectos en el cruce entre crear y criar, y coordiné los talleres El silencio de las madres, El deseo de las hijas, Una vida interesante, Una vida propia, Maternal Journal, y Crear, Criar, Jugar, así como alianzas creativas individuales y grupales de proyectos sobre lo materno.
  • Mi libro El centro del amor (2020, Pánico el pánico) se centra en mi propia experiencia de la maternidad e hijidad, y en cómo se transforman nuestras vidas cuando ponemos el foco en esas relaciones y las alumbramos a través del arte, la escritura y la experiencia.
  • Escribo mi cuarto libro, Vida Propia, sobre todos estos años de investigación y experiencia en relación a la maternidad y la creación, a publicarse en 2025.
La pestaña del lobo, taller de exploración creativa sobre la maternidad
8 semanas para conectar con la transformación de la maternidad, y canalizarla a través del arte y la creatividad. 
 
Maternar nos permite tirar por la borda todo lo que creíamos sobre nosotras mismas y convertirnos en nuestra verdadera versión: la más auténtica, la más real, la más visceral. El objetivo de este taller será acompañarnos a descubrir esa “nueva yo” que pulsa por existir, a través de dinámicas desde la palabra, el arte, el diálogo sincero y las propuestas creativas. Este no es un taller sobre maternidad. Es un taller sobre convertirse en madre, y sobre cómo, a través del arte y la creatividad, podemos entender esta transformación, validarla, hacerle un lugar y sentirnos menos solas.
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