Una flecha/Preguntas

Escuchar otra cosa

Entrevista con Eugenia Pérez Tomas*

A partir de su reciente novela La cancion del día, publicada por la casa editora Paisanita, charlamos con la autora sobre los vínculos entre literatura y maternidad.

1) ¿Cómo surge La canción del día?

Surge en el marco de la Maestría en escritura creativa que dirige María Negroni en la UNTREF, más específicamente en el seminario de no ficción que da Sonia Cristoff. Durante esa cursada yo estaba transitando el cuarto mes de embarazo y venía llevando un cuaderno. El cuaderno surge de un deseo y una necesidad. Algo buscado y también algo que aparecía por el desborde de la experiencia. En ese sentido, la escritura en relación a la experiencia viene por una necesidad de contener una suerte de rompiente verbal que se expresa, en mi caso, más en lo escrito que en lo oral. Algunas escenas, situaciones, sensaciones pueden alcanzarse mediante la palabra que nace en la escritura. En la oralidad el discurso se me cuaja, pierdo mucho más el hilo, la conexión con eso que quiere ser dicho en mí. El marco de la maestría me habilitó a tomar distancia y pensar esas notas como un proyecto de libro. Pero también la cantidad de libros que circulan sobre maternidad me dio pie y aliento a seguir.

2) Sos una escritora de amplio abanico: novelista, poeta, dramaturga, das talleres de escritura. La llegada a tu vida de la maternidad ¿cómo cambió tu relación con todo eso? ¿Tenías miedo de lo que podía llegar a pasar con tus escrituras?

Antes no tenía miedo de lo que podría llegar a pasar con la escritura porque no me imaginaba que me iba a pasar nada de lo que me pasó con la maternidad. Como si pensara en blanco hacia adelante. No tenía idea. Pensaba que iba a retomar todas mis actividades y las iba a hacer con la bebé. Pensaba que me gustaba mi trabajo y mi tiempo relacionado a la escritura y que me iba a gustar el tiempo dedicado a la maternidad y que iba a poder llevar con mucha armonía la combinatoria. No me esperaba el apego, el desinterés, una suerte de adicción al microcosmos con mi hija. Los primeros meses no quería nada más. Pero además de la situación de tener que hacer por cuestiones de supervivencia en esta ciudad, puedo detectar que sentí una exigencia en términos de mandato de no ser «solo» madre. A veces podemos identificar ciertos discursos, pero están tan arraigados que identificarlos no significa no sufrirlos. De la boca para afuera unas ideas, de las emociones para adentro pura complejidad. Pienso que «el afuera» amedrenta con el miedo a quedar del otro lado del ritmo de la producción. Se nos exige mucho por varios frentes y, si bien el puerperio es un tiempo exigente, es también un proceso de poner en foco a lo sensible. El puerperio es un tiempo muy conmovedor y revelador. Yo miro hacia atrás y sin romantizar las escenas las pienso como maravillosas, poder estar a flor de piel, sin un filtro que regule la hostilidad del mundo, abierta y vulnerable.

3) ¿Se retroalimentan para vos literatura y maternidad? ¿Cómo afecta una a la otra? 

Me pasa que desde que nació mi hija todo se retroalimenta con esa experiencia diaria de la cual no me puedo hacer a un costado. O no quisiera. Es estimulante lo que pasa entre ambas principalmente porque es un  «entre» prescindible. La maternidad puede vivir sin la literatura y la literatura sin la maternidad. Aunque para mí ya no haga sentido la disociación de las partes, y no lo digo en un sentido temático «la maternidad», sino en que es mi punto de partida, mi forma de vincularme en la intimidad.

4) ¿Querés contarnos algo de cómo elegiste el título? ¿Cómo fue el proceso de edición de la novela? ¿Sabías hacia donde ibas o la escritura te sorprendió en el camino? ¿Por qué elegiste Paisanita para publicarla?

En una primera versión el libro se llamaba «El mar de las cosas nuevas». Había algo de nombrar el mar, geografía en la que escribí la mayor parte del libro, y nombrar lo nuevo, esa ola de cosas que vienen con mucha potencia a inundar lo que conocía como mío. Lo nuevo y “de nuevo” que era central. Luego, al ir afinando, el sentido de la escucha se impuso. Lo primero está circulando, por supuesto, pero ahora con la escucha como vector o timón. Escuchar el silencio y las reversiones de la mitología familiar, escuchar lo desconocido, esa música vital que se impone con fuerza e inaugura un futuro. Escuchar otra cosa, lo distinto, lo maravilloso.
No sabía adónde me llevaría la escritura porque así arranco, un poco sin plan y bastante desprolija. Volcando en varios cuadernos, en varios archivos, con notas y subrayados. Por eso el tiempo de la edición es un momento que me lleva mucho. Me gusta ese vínculo primario, plástico, hasta forestal que tengo con la palabra. El proceso de edición es un proceso de distanciamiento. Ahí, Gabi Luzzi, editora de Paisanita, me ayudó mucho a no dudar, a sostener las zonas inciertas, a permanecer en las lagunas abiertas que tiene la novela. Es el segundo libro que trabajamos juntas y no me imagino La canción del día sin su
colaboración.

 

* Eugenia Pérez Tomas es escritora y directora de teatro. Magister en Escritura Creativa (UNTREF) y Egresada de la escuela de Dramaturgia (EMAD). Escribió y dirigió: Las casas íntimasRodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio, y Disparo de Aire. Sus dos últimas obras fueron en colaboración con Camila Fabbri: En lo alto para siempre y ¡Recital Olímpico!, estrenadas en el Teatro Nacional Cervantes y en el Complejo Teatral de Buenos Aires. En 2019, Rara Avis reunió parte de sus obras en Hacer un fuego. Publicó el libro de poemas Los buenos deseos (Elefante) y las novelas Frutas tardías y La canción del día, ambas por Paisanita Editora. Coordina talleres y acompañamiento de escrituras. Dirige, con Andrés Gallina, el sello editorial Bosque Energético.

Foto: Consuelo Iturraspe