Relatos/Partos

Mainumbí Salvaje

Por Mariano Segura*

Era Martes 23 horas, decidimos apagar la luz e irnos a dormir sin antes decirnos que descansemos bien, al otro día sentíamos que iba a estar movido.
No había logrado entrar en sueño profundo que te escucho decirme desde el baño:
-Creo que rompí bolsa.
Eran las 0:40 del 10 de Marzo. Está llegando pensé, y una parte de mi cuerpo se estremeció.
Decidimos enseguida comunicárselo a la partera que nos recomendó descansar todo lo que podamos y que si en una hora seguíamos despiertos, la llamemos.
Habíamos elegido tener un parto en casa, cuidado, respetado y lleno de amor.
Fue imposible volver a conciliar el sueño, de inmediato comenzaron las contracciones cada 3 minutos. Un mar de sensaciones, al desconocer lo que es un trabajo de parto, recorría mi Ser. No sabía cómo acompañarte mas que repetir contigo AAAAAAAAA.
A las 3 llegó Merce y comenzó a masajearte la zona baja de la espalda. ¡Lo bueno que es el contacto y sentirse acompañada!
Faltaba que llegue Manu del otro lado de la sierra y estábamos, pero cuando Manu venía para acá, la sincronicidad de la vida hizo que otra mujer rompa bolsa del otro lado así que Manu no iba a venir. Debo admitir que se me encendió una alarma. Más toda la confianza en Merce, en vos, en la pequeña Salvaje y en Mí.
Ya pasadas las 5 horas de trabajo de parto, Merce nos dice que hay dos posibilidades para que llegue otra partera: la primera es una partera que vive a pocos kilómetros de aquí y la segunda es que Manu mandase a dos parteras amigas del otro lado.
-¿Vos que opinás? -me pregunta Merce.
Mi cabeza dijo: Ya vamos a parir, la que vive cerca porque las otras no van a llegar. Y mi voz dice
-Lo que a vos te parezca, Merce.
Ahí vos por instinto pedís que vengan las compas de Manu. Bueno, si a ustedes les parece, pensé.
Pasaban las horas y las contracciones seguían bastante seguidas, sabía que en algún momento tenían que venir con intervalos de tiempo mayores pero no pasaba aún así que seguíamos a pura AAA con masajes en la espalda. De pronto habían pasado ya 10 horas de parto, llegaron las otras dos parteras y nos mandaron a descansar. Me dicen
-Andá a dormir un rato porque esto viene para largo, tu compa va a quedar agotada y vos vas a tener que sostener a tu hija cuando nos vayamos.
-¿Para rato? -me pregunté- pensé que salía pronto.
Nos tiramos 2 horas, las contracciones empezaron a venir más esporádicas. Yo dormía mientras Mariela te masajeaba y acompañaba.
Preguntamos por la piscina y Manu… genia total la había mandado en su auto con las parteras amigas así que pedimos que la armen, la inflamos, la llenamos y ya a las 13 horas de trabajo de parto estabas super entregada disfrutando lo que tanto anhelabas. Se te veía muy placentera y ante la insistencia me metí a acompañarte. muy lindo se sentía.
Recuerdo que me dijiste:
-Ya con todo lo que viví no puedo creer que además debo parir.
Estamos más cerca. Ya falta poco, pensé.
Eran algo así como las 16 horas cuando viene Merce y nos dice:
-El día dispersa, hasta que no caiga la tardecita no va a nacer.
No lo podía creer, íbamos a estar pisando las 20 horas de trabajo de parto en ese momento.
Cuando caía la tarde le preguntamos a Mariela si estaba todo bien.
-Sí, pero si no nace en algún momento vamos a tener que derivar.
Esa frase arrasó en un instante con toda mi tranquilidad, era lo que no queríamos, salir de nuestro nido.
La dilatación ya estaba perfecta para comenzar a pujar así que a eso de las 20 horas comenzaste. Comenzamos con el pujo, una mezcla de taquicardia, miedo, tranquilidad, adrenalina y mucha confianza en todes quienes estábamos aquí.
Pasaban las contracciones, pujábamos todos juntos y la cosa no avanzaba, comencé a inquietarme por dentro aunque la confianza era mucho mayor. Cada pujo era un alentarte, apretarte, acompañar toda tu energía. Vos colgada de mí haciendo fuerza hacia abajo y yo sentado en la silla haciendo fuerza hacia arriba para no caernos. Cuando ellas decían
-No, así no avanzamos  (se agigantaban los fantasmas).
Cuando ellas gritaban -Bien, así.. Dale. Una vez más. Bieeenn Maité está bajando de a poco.
Me invadía una felicidad que no tengo palabras para describir.
Ya pasadas las 22 horas comenzó a verse la cabecita, tu periné es tan fuerte que trababa la bajada de ella. Cuando te dicen después de varias contracciones:
-Mirá, ya no podemos trasladar, tiene que salir. Ella ya hizo su trabajo y está esperando que la adulta que sos vos la saque de ahí. ¡Dale Mai! Tiene que nacer, si sentís que te quebrás, quebrate, andá al dolor y abrite.
Yo te tenía arriba, sentía toda tu entrega, tu agotamiento, tu sudor. ¿Cómo ibas a hacer más de lo que estabas haciendo?
Comencé a rezarle a mis ancestros, a los que habían sufrido tragedias en los partos, les decía que aquí estaba todo bien, que estábamos esperando con amor a nuestra hija. Que para nuestro camino no era necesario ninguna tragedia, que confíen en nosotros.
Ya ibas por el segundo litro de té que te daban las yuyeras del parto y se venía otra contracción, ya entendías cómo tenías que hacer la fuerza, la cabecita estaba asomada, era como la quinta vez que decíamos sale en esta, ya se sentía mucha felicidad era inminente la salida de Mainumbí.
Llegó la contracción, le metiste alma y vida, todos pujábamos con vos.
-Dale, así, bien. Dale que sale. Siiii!!!!
Y ahí el cuadro 23:23 horas. Yo sentado en una silla sosteniéndote de las axilas, vos colgada de mí en cuclillas dejando todo, las tres parteras arrodilladas recibiendo el alma que salía de vos y ella saliendo con los ojos abiertos, enseguida conectaron sus miradas, nos abrazamos los seis. Yo (como era de esperarse) llorando de alegría.
No tenía ninguna expectativa de como sería un parto, puedo decir que sobrepasó todo lo imaginado. Ver todo tu trabajo hace que te honre, te venere y agradezca toda mi vida por ser madre.
También honrar a mi madre por haberme tenido por parto natural y a todas las mujeres que traen vida al mundo.
Hoy somos tres, somos familia. Te amo para siempre.
Gracias
Artemisa Medicina
Mainumbí Salvaje

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Mariano Segura. Padre, hijo, Ser.