Por Caro Horvath*
Cuando conocí mi casa actual, lo primero que pensé cuando vi el baño, fue: ¡qué linda y grande es la bañadera! Ideal para hacer el trabajo de parto del próximo bebé… Así de mucho quería volver a parir.
Tenía todo el “plan ideal” en la cabeza, hacer el tp en casa, con una doula (hola @doulayoga), llegar a la institución lo más tarde posible, estar pocos días internada, recibir a Luisi para que nos ayude con la teta, etc.
Pero, apenas me enteré que iban a ser mellizos, di por hecho que probablemente no iba a poder tener el parto que tanto deseaba.
Empecé a leer relatos de parto y a informarme, a preguntarle a otras madres múltiples dónde habían nacido sus hijxs y optamos por atendernos en el Italiano. Por el equipo de riesgo, por los casos de partos vaginales en múltiples y por la neo. (agradezco 🙌🏻 cada día haber hecho esta elección por todo lo que pasó después).
Cuando fuimos a conocer a la obstetra ella fue muy clara: se podía intentar un parto vaginal siempre y cuando ambos bebés estuvieran cabeza abajo y no hubiera ningún tema que comprometiera la salud de ninguno de los tres.
Me explicó súper claramente el por qué.
NO me dio vueltas, NO me dijo “lo vemos más adelante”, NO me boludeó.
Me dio todas las explicaciones necesarias. No dependía de mí. Iba a ser lo que tenía que ser, y fuera como fuera, íbamos a estar bien.
Así fueron pasando los meses y las consultas. Tuvimos algunos sobresaltos, reposo, contracciones, y un bebé que varias veces cambió de posición hasta que finalmente (y a todo lo que le hablamos y pedimos) se quedó en cefálica.
Llegamos el 13/3 a la semana 37.
Estaba todo ok para intentar el parto. Solo había que esperar que se desencadenara solo, o inducir…
Pusimos fecha de inducción para el 19/3 intentando llegar lo más cerca posible de la semana 38, y dándoles unos días a los bebus para que quisieran salir.
Pero no dieron señales, así que el miércoles a la noche nos fuimos a internar, para arrancar la inducción el jueves temprano.
La sorpresa fue cuando llegué: me revisaron y ya tenia 4 de dilatación. Pensamos que tal vez todo arrancaba y sucedía esa noche, pero no.
Temprano ese jueves nos enteramos que estaba prohibido el ingreso de visitas al hospital y que era imposible que viniera @doulayoga a acompañarnos en el TP, que viniera E. a conocer a sus hermanos, Luisi después… Nadie.
Y ahí nos fuimos (post desayuno obvio 🤣) a la sala de dilatantes.
Yo había dudado y descartado personalizar con alguna de las dos parteras que me habían recomendado. Ahora sé por qué: tenía que tocarme la partera que me tocó. La amé.
No había nadie pariendo más que yo. El tema cuarentena hizo todo bastante raro. Solo estábamos la enfermera, la partera, la doctora que iba y venía, y nosotras.
Arrancamos con el goteo, y como no avanzaba mucho, decidimos entre todas (sí, TODAS mujeres asistiendo en este parto) poner un poco de peri y romper la bolsa.
N. estaba bien ubicada pero le faltaba poder descender y salir. Y ahí sí empezó el baile.
Al toque ya estaba con 8 de dilatación y fuimos a sala de partos. Ahí sí había mucha gente (para recibir mellis se necesitan muchas, MUCHAS personas), pero todos tan respetuosos y en silencio que no me di cuenta que estaban.
Me acuerdo de la partera de un lado, de Viole del otro, quienes sostuvieron mis manos amorosamente y no me dejaron aflojar en ningún momento, y de Ceci y Mica las obstetras diciendo: ¡dale dale dale Caro!.
Y así, ya sin casi anestesia, sintiendo todo, (y puteando del dolor), a las 14hs nació N. Peluda, chiquita y pegajosa con 2,445kg.
Me la pusieron en el pecho unos minutos y luego se la llevaron para que pudiera nacer su hermano.
Había que controlar con ecografía que siguiera de cabeza y no se girara…
Tuve unos minutos de respiro hasta que volvieron las contracciones. La hicieron volver a Viole que estaba con N., y cuando vi su cara supe que algo no estaba bien. Algo pasaba con mi bebita y no me lo quería decir. Pregunté y pregunté. Me dijo tres veces que todo estaba ok, hasta que tuvo que decirme la verdad.
N. tenía una patología, pero iba a estar bien. Todavía me acuerdo la cara de la obstetra. Todo se puso en pausa, hubo más silencio en el silencio. Nadie podía creer lo que pasaba.
Pero no había tiempo de pensar, de preguntar, de llorar, de nada.
Otro bebé tenía que nacer.
Así, con este panorama (horrible, impensado, y shockeante) en unos cuantos pujos eternos, a las 14.32 nació B. Más grande y cabezón que su hermana, 2.915kg de puro amor.
Hoy cumplen un mes, tan poco, y tanto a la vez. Nunca me voy a olvidar la sensación de sus dos cuerpitos saliendo del mío.
Parí a dos bebés! 😊
Soy muy feliz por haber vivido esta experiencia.
Por informarme, preguntar, cambiar, confiar, y sobretodo, por haber tenido la certeza de saber que íbamos a poder y que parir estos bebés era posible.
❤️.
>>>
Ella/ Carolina Horvath, tengo 40 años, y más hijos de los que alguna vez pensé tener. Soy doula, cocinera, y diseñadora de indumentaria, así, mezclado y sin lógica. Comparto mi vida en @mamasabebien