Magia/Poesía

Melisa Papillo

Piedra talismán
En el interior de una roca hay vida:
puede contener diminutos lagos de agua.
Y si una mano la agita y un oído escucha
lo de adentro, se lleva el eco de la piedra
para siempre.

Ahora mismo me siento así
llevo una piedra
de la suerte, talismán pesado,
dentro del cuerpo.
Apretada al estómago, revuelve las costillas,
me hizo mover todo orden en casa, pensar
en ríos que no conozco aún.
Sentí fuego en la piel
sin estar al sol.
La piedra-hijo como talismán,
como un amuleto que no voy a soltar,
aunque sé
no voy a poder llevar siempre conmigo.
Pero sí tengo el poder
de dejarle este talismán al río,
a las aguas que se chocan contra qué
y se hacen más claras.
A veces
vos, hijo, podés nadar
y recorrer los mares también.
Te dejo, piedra, un día de estos
al cuidado de las aguas hinchadas
con sal o azúcar.
Te dejo, piedra, clavada en una orilla
a mi cuidado hasta que lo decidas,
te apoyo suavemente sobre la tierra
del río o la arena del mar,
te apoyo tiernamente y mi mano
acaricia tu superficie, la otra
me agarra la frente de mujer
que sabe no siempre pelear
pero cuida de este amuleto
y lo deja amorosamente,
no sólo eso: despierta, consciente
de la marea.

Piedra que toco ahora
redonda fuerte,
no te pido nada
y me tapo la boca para no hacerlo.
No te pido nada
porque sos talismán nuevo
y qué sabés aún
de las exigencias de este mundo.
No te pido nada pero te dejo
en la orilla en la arena
suavemente y me guardo
para mí
esta sensación de llevarte
siempre conmigo
como suerte que tengo.

Te dejo suave para que las olas te choquen,
la sal te acompañe.
Yo me llevo tu peso
cambiante
tu imagen inventada por meses,
tu fuerza un ritmo conjunto
lo guardo.

 

Tiro del carrito
Quizá no haya obviedades:
tiro del carrito por la plaza empedrada, intento
que mires una paloma
y tus ojos van a la sombra de sol
moviéndose por el viento.

 

Mapamundi
Como se lanzan una a una las piedras
al borde de un lago, recorro
el mapa de la vida.
No es una tarea difícil, sino meticulosa
desarmar y armar recorridos sólo
para entender los pasos dados.

De niña diseccioné
un escarabajo vivo en la playa.
Con una piedra bisturí saqué sus alitas,
las patas, por último sus cuernos. Apoyé sus partes
sobre una roca plana, un plato servido a la mirada
perpleja de quien quiere, necesita
entender a costa de la oscuridad.

Hace poco colgué un mapamundi
en el cuarto de mi hijo, le dije bajito
importa saber dónde están los lugares, qué hay
atrás del océano. Las aguas bailan enmarañadas y seducen.
Quedate un rato observando, pedí y atravesalas
con la fuerza que se pueda.

Aquella tarde, después de terminar mi disección
escuché por un largo rato con los ojos cerrados
ese ruido rastrillero que hacen las piedras y caracoles
cuando la ola se aleja.

 

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Ella/ Melisa Papillo. Soy de Caseros. Estudié Lic. en Letras y trabajo como docente con niños, jóvenes y adultos en el conurbano bonaerense. Soy fanática de las historias y de las meriendas. Desde el 2017, soy mamá de Vicente.