Relatos/Partos

Nacer con Zoe

Por Ivanna Constantini*

Amo el estado de panza en mi ser, disfruté de cada instante, cada cambio, cada sensación como si fuera única. Y así fue que después de un tiempo de mucha tristeza, un aborto espontáneo, un embarazo detenido en la semana 8 y un legrado, llegó Zoe. Todo lo maravilloso estaba llegando.

Con Zoe tuvimos mucha conexión, lo sentí desde las primeras semanas de embarazo. No recuerdo en qué ecografía fue, pero mientras me la hacían me dijeron, “tu bebé esta en podálica, vas a ir a cesárea”. Se me vino el mundo abajo, no quería hacerme la idea de ir a una cesárea, no quería más intervenciones en mi cuerpo, me enojé con todo el mundo, lloré a mares, quería volver a vivir la experiencia de parir a mi hija, con Mora todo había sido mágico. El obstetra me aclaró que él,partos en podálica, no hacía, que lo que podíamos hacer era no programar una cesárea sino esperar a que se desencadenara el trabajo de parto, así Zoe llegaba al mundo cuando ella lo decidiera, pero claro, de la forma que el decidía. Acepté su propuesta, llena de tristeza, pero no me convencí con la situación.

Lloré muchas noches, hasta que una mañana decidí no llorar más.

Me la pasé gateando por mi casa, haciendo posturas invertidas en las clases de yoga, T. me hacía “manteadas”, hablaba todo el día con Zoe pidiéndole que si ella lo quería por favor se diera vuelta. Me sentí muy sola en todo ese proceso, con una fuerte convicción de lo que quería pero con soledad.

En el control de la semana 37 todo seguía igual, pero algunas noches después, mientras T. dormía y yo discutía con mis piernas hinchadas, mi insomnio, mi acidez, y una niña inquieta que bailaba dentro mío, de repente sucedió, sabía que allí adentro algo había pasado.

Para sorpresa de todos en el próximo control Zoe estaba cabeza para abajo. Lloré de emoción, nos abracé y supe que de ahora en más todo iba a ser inolvidable.

Semana 39.1 Frío en Bs As. Amaneció como un día más: levantarse, llevar a Mora al jardín, caminar muchas cuadras, volver a casa, ir a buscar a Mora, almorzar, ir a la plaza, volver a casa. Con Mora nos pusimos a bailar, ella una niña de dos años y medio que quería gastar energías y yo madre consciente de lo que se venía. Llega T. del trabajo y me voy a clase de pelota. Mi amada pelota roja gigante.

19hs Contracción rara. Panza dura. Arranca la clase, hermosa, intensa, visualizadora, contracciones, música, luz tenue, mucho movimiento, contracciones y más contracciones. Las manos de la profe, mi querida Lali, un mimo al alma y un gran empujón para lo que se venía.

21hs. Termina la clase, mirada intensa de agradecimiento a la profe, caminata a casa. Siete cuadras en 40 minutos, contracciones, panza dura y deformada, paro, respiro y sigo caminando. La noche, y mi barrio eran testigos de lo que se venía. Entro a casa y digo llena de emoción: “Hoy llega Zoe”. M y T cenan y yo muevo las caderas, camino, me pongo en cuclillas, me masajeo contra la pared, pongo música, otra vez bailamos con Mora, nos abrazamos con T, contamos las contracciones, me ducho, leemos, cantamos y ya no aguanto mucho más. Lloro. Río. El trabajo de parto juntos fue maravilloso. Sentía una conexión muy fuerte entre nosotras. Sabía que algo comenzaba y algo también empezaba a terminarse.

23hs. Llamo a la partera y termina hablando T. porque las contracciones no me dejan decir ni una palabra. Contracciones cada 3 minutos. Ya me molestaba la música de fondo, los ruidos, las posiciones, me molestaba que me hablen, que no me hablen, la luz, la oscuridad… necesitaba desconectarme del mundo.

Éramos la panza y yo.

Me estaba convirtiendo en un mar tempestuoso lleno de energía, en una mujer animal que estaba decidida a ir por todo. Quería pujar. Nos fuimos a la clínica antes de lo arreglado. El viaje era corto pero yo no podía aguantar las ganas de pujar en cada contracción, y la posición en el auto era insoportable. Sin querer cortamos todo lo hermoso que habíamos logrado en casa. Llegamos, silla de ruedas, trámites, obstetra de guardia que estaba en el bar. Esperar. Todo me resultó invasivo y de más. Enfermera diciéndome “mami dejá de gritar y bajate la calcita”. Tacto y diez de dilatación, completa y coronada. Ahora le tocó gritar a ella: “A sala de parto”. Obstetra de guardia más cuatro o cinco enfermeras y yo acostada queriendo pujar y que dejen entrar a T; que llegue mi partera y mi obstetra. Sentía que toda la oxitocina que había nacido durante mi hermoso trabajo de parto se iba desvaneciendo, me empezaba a agarrar miedo, miedo de las miradas, de la situación, de parir sin T. mi gran compañero. Ruido a agua, una catarata cae de mí y al mismo tiempo la puerta se abre, entran T; la partera y mi obstetra, me miran y me dicen “en la próxima pujá Ivanna”, creo que no terminan de decirlo que ya lo estaba haciendo. Por fin escuchaba nuevamente a mi cuerpo y me dejaba ir, me dejaba ser.

Sensación intensa, increíble, orgásmica, de querer que se pase y que no, dejar todo en ese impulso, saber que era el último aliento de bienvenida para mi pequeña. Un instante que hubiera querido que sea eterno. Aún hoy cierro los ojos y me lleno de imágenes, olores, sonidos y sensaciones de esos segundos.

23:53 Nace Zoe. Nuestra niña luna.

Un trabajo de parto mágico, lleno de oxitocina, esa hormona del amor que nos da tanto, una llegada a la clínica llena de adrenalina que amenazó con desconectarme del proceso maravilloso y un inolvidable pujo. Fue todo tan rápido que no hubo ni suerito, ni epidural, ni episiotomía, ni bata para parir. Fuimos Zoe y yo, naciendo juntas.

Nos miramos, nos sentimos piel a piel y así volvimos a nacer…

 

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Ella/ Ivanna Costantini nació en septiembre del ’84 en la ciudad de salta. arquitecta recibida en la UBA. Mamá de Mora y Zoe. Actualmente vive en su ciudad natal, profesora de diseño de interiores en la Universidad católica de salta, Diseñadora de ropa en Las Yuchanas, Origamista, Doula y forma parte del Observatorio de Violencia Obstetrica de Salta. Podés ver sus trabajos en https://www.instagram.com/fuistepapel/ https://www.instagram.com/lasyuchanas/