Relatos/Partos

Imperiosa evolución

Por Bárbara Lua*

Mi relato, mi parto, mi experiencia trascendental.
Nuestro cachorrito se adelantó 15 días. Así que además de la grata sorpresa, no tuve que vivir los últimos días de ansiedad. Era la noche del 29 de Diciembre cuando se presentaron los primeros síntomas que alertaban su próxima llegada; había fisurado la bolsa, y de a poco, empecé a perder el líquido amniótico. No sabía muy bien que pasaba; aunque estuve agradecida siempre de tener el respaldo de un equipo de profesionales que me proporcionaron tranquilidad durante todo el embarazo y parto. Llamamos a eso de las 23h a la partera; ya que nuestra querida obstetra se había ido a pasar fin de año a Córdoba. La partera nos dijo que a las 8 am fuésemos a la clínica que ella justo empezaba su guardia. No dormí mucho, por el líquido que me chorreaba y también por las ganas de ir a la clínica a que me dijesen qué estaba pasando.
A las 7:30, desperté a Sebastián, quien no se había percatado que realmente estábamos viviendo el pre parto. Fuimos en auto, paseando por la ciudad despejada un 30 de Diciembre. Yo ya estaba viajando literalmente. Apenas sentía alguna contracción, aunque mi ser ya estaba en proceso absoluto para recibir esta nueva Alma. La llegada al la clínica siempre turbulenta, con otras energías contrastantes y nosotros, que tan solo queríamos chequear como seguíamos. Gabi, la partera bajó y me intervino. Enseguida me dijo ¨es la bolsa. Hoy vas a parir. Si no vuelve Cris, tendrás que quedarte ingresada¨. Sebastián llamó a Cristina y le contó toda la situación. En cuestión de 30 minutos ya le había organizado su vuelta en colectivo, avión y taxi. Mi idea siempre fue parir en casa si se daban todas las condiciones necesarias.
Así que Gabi, escribió en el ingreso que no había fisurado bolsa para que nos pudiésemos volver a casa tranquilos. Llegamos a eso de las 10 am, y muy sabiamente, Sebastián me dijo, intenta dormir algo, ya sabes que vas a necesitar energía para lo que se viene. Así sin más, me dormí casi dos horas, que fueron gloriosas y vitales. Me desperté con contracciones fuertes y muy seguidas. Desde las 12h a las 15h me sumergí en las contracciones, cada vez más intensas y dolorosas, mientras Sebastián llamaba a farmacias y amigos para que nos hagan llegar lo que nos faltaba para el parto en casa. A las 15h ya no daba más, necesitaba que alguien lleguara a manejar mi dolor tan intenso. Por suerte todo fue llegando en su momento justo. Fue decirle a Sebi que ya no daba más, cuando Cris tocó el timbre. Me hizo tacto y le dijo a Sebi, ¨decile a Gabi y a Mario (el neonatólogo) que vayan viniendo¨. Cris fue mi chamana, mi conexión, mi cable a tierra, a la única persona que lograba escucharle y a duras penas contestarle. Ella me habló y me dirigió en cada segundo. El dolor se hizo visceral y agudo. Quería desmayarme, vomitar y cagar al mismo tiempo. Ya estaba entregada a la experiencia que había elegido y no durante el proceso, pero luego, agradecí esta inmensa vivencia de dolor y trascendencia. Una mujer logra capturar rincones de sabiduría que gritan desde lo más profundo para acercarnos a nuestro lado más humano, más salvaje y poderoso. La negación entraba para complejizarme el trabajo; suerte mía, el equipo me apoyaba en el lado positivo, de donde podía sacar las fuerzas para superar tremendo estado de dolor. Sentía como me partía, como mi cuerpo se iba moldeando para que el bebé pudiese buscar la salida. Casi sin darme cuenta, Mario me inyectó la penicilina que necesitaba porque me había dado activo streptococcus. Estar en casa fue maravilloso, moverme libremente de un lado a otro. Escuchar música de piano de fondo y sentir que todo era familiar me daban mucho confort. Sobre las 17h, me metí en una piletita que teníamos armada en el patio. Fue bastante incomodo al no tener mucho soporte, así que Sebastián se metió conmigo y lo apreté y estiré en cada contracción. Me relajaba estar en otro hábitat aunque fuese un rato.
Cristina me volvió a tocar y me advirtió que cuando viniese la contracción iba a hacerme un movimiento para desprender un tejido que estaba impidiendo que la cabeza de Lenny pudiese salir. Si ya estaba bajo un dolor supremo, eso que vino fue mil veces peor. Aunque después de eso, ya no quedaba mucho… Salimos de la pileta y nos trasladamos a la habitación, donde ya estaba todo preparado para el nacimiento. Me senté en la silla de parto y desde ahí usé toda la fuerza que me quedaba. Mario se acercó para sostenerme una de las piernas, Gabi me ayudaba con la otra mientras sacaba cientos de fotos. Cristina siempre enfrente, mirándome a los ojos, hablándome y tocándome puntos de digito-puntura para calmar el dolor. Sebastián atrás mío, abrazándome entre sollozos. A las 18:46 nació nuestro pequeño, con una vuelta de cordón que yo misma pude sacársela junto a Mario. No me rasgué nada. Lo abracé y nos quedamos en esa dulce escena por varios minutos. Luego nos acomodaron en la cama para que me pudiesen tapar, porque me agarró, pese el calor que hacía, un temblor de frío inaguantable. Pasados 15 minutos me paré y me sentía pletórica. Felices y enamorados. Le hicieron los chequeos necesarios y pasadas unas horas todos se fueron. Ahí estábamos los 3, empezando una nueva vida juntos. Qué felicidad tan grande estar en casa, en nuestro nido de amor. Con un banquete para una semana que nos trajeron mis suegros. Agradecí mucho. La mañana del 31, me levanté vigorosa así que limpié todo lo que faltaba. Al terminar el año, caí desplomada en la cama entre cansancio, dolor de cuerpo, y mucho mucho Amor. Mi consejo para cualquier madre es que elija a un grupo de gente humana y sensible, que pueda sintonizar con esta experiencia relevante que cambia toda nuestra existencia.

 

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Ella/ Nací en Ibiza en los 80, tuve una infancia de árboles y mar. Hoy me encuentro en la ciudad, lejos de todo eso, aunque con una familia llena de Amor. Un compañero hermoso, un bebote divino y otro que está en camino. En mi historial isleño trabajé de mil cosas, siempre de temporada. Los últimos 10 años, cociné en diferentes lugares. Tuve un catering de comida natural, cociné en casas privadas, hasta que terminé trabajando en un Ashram de yoga, cocinando para grupos semanalmente. Hoy en día, instalada en Buenos Aires, estoy por lanzar mi nuevo proyecto de granola. Dulce y salada. Exquisita y novedosa. En un par de meses estaré mostrando mi producto y sus ventas, por Instagram, con el nombre de: https://www.instagram.com/lagranoleraok/