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Lucia Galli

Soy Lucía, fotógrafa y mamá de Mora hace dos años y tres meses. Con el nacimiento de Mora nací yo como mamá, o más bien renací como mujer. Las cosas que me circundaban, que estaban agarradas a mí como pegadas, aferradas, se fueron moviendo de lugar para dejarle un espacio, o más bien todo el espacio, a ella y a este estado de gracia y desesperación, de infinito amor, gratitud y de agobio inexplicable. Mora me bañó de un color indescriptiblemente certero, exacto, el centro mismo de donde quiero ser y estar. Es como si un gran bosque con árboles ancianos que habían estado siglos inmóviles incluso haciéndole frente a vientos huracanados, se dispusiera a marchar hacia un lugar con una firmeza y una determinación nunca antes vista. Esa era yo. Todo lo que estaba rígido adentro mío, mis creencias, mi fe, mis vínculos más cercanos, se movieron de lugar poniendo todo en jaque.
Lo que comparto a continuación son algunas entradas de un diario que me dispuse a escribir en el horario que Mora va al jardín. Por supuesto que no en el horario entero que tengo que usar para hacer cien cosas entre las cuales está meditar, escribir, cocinar, trabajar, ordenar, descansar, disfrutar, organizar y un sinfín de acciones que no logro incrustar en ese bloque de dos horas y media que se me presenta como demasiado poco y me genera muchísima ansiedad. Ahora que preparo este texto para presentar en ¨El cielo del mes¨ pienso que, de a poco, y con el transcurrir del tiempo puede ir revirtiendo ese ingrediente de ansiedad que le pongo a todo lo que encaro. La meditación, a la que recurrí desesperada, me fue ayudando a estar más presente. Es una herramienta que me genera una inmensa gratitud.
La maternidad es inmensa, es gloriosa, pero sobre todo es un constante transcurrir de experiencias de una intensidad nunca experimentadas ni por el más aventurero de los escaladores de volcanes a punto de entrar en erupción.

 

Miércoles 29 de marzo
Sigo dudando si será posible escribir este diario
Pienso que me roba tiempo de esas tres horas que en verdad no son.
No son tres. Es menos.
Qué se puede hacer en dos horas y media?
Tengo que hacer lista de prioridades, organizarme, ser productiva.
Tiempo de oro para ser yo.
Preguntándome todo el tiempo qué es lo importante,
para ponerlo primero en esa lista
de lo que tengo que hacer en menos de tres horas.

 

Jueves 30 de marzo
Eterna resultó la vuelta en cochecito caminando
ansiosa no podía parar de pensar
en el tiempo que perdía caminando.
Eterno.
Tanto, que mientras caminaba
brotaban las palabras justas para escribir en este diario
pero cuando llegué se habían esfumado
tratando de recuperarlas surgieron otras
que me decían que tengo que bajar la ansiedad
disfrutar, también del tránsito.
Amo pasar tiempo a solas.

 

Viernes 31 de marzo
Hoy no hay jardín
hay mocos y tos
y hay suegra
¡larga vida a mi suegra!
Martes 4 de abril
Cuánto calculo que me llevará ir y venir.
Será tiempo que le saque a esas tres horas
aunque creo que en ese tiempo
puedo organizar
lo que haré mañana en menos de tres horas.

 

Martes 18 de abril
Tomo un café en el havanna de la esquina del jardín. Muchas veces imaginé esta escena como la construcción misma del placer. Recién dos meses después de arrancar la reproduzco y no me parece tanto. Quiero decir, no siento tanta satisfacción como pensaba. Frente a la computadora no sé por dónde empezar. De pronto olvido todo, todo lo que tenía que hacer, los deberes que representan el modo mismo de crecer en el trabajo, los pendientes, todo eso en lo que iba a usar las famosas tres horas ahora se esfuman, desaparecen.
Es un misterio el mecanismo que me anula la función de ponerme en marcha. No me pasa siempre, pero sí muy seguido. Me desespera perder tiempo, o invertirlo en scrollear un facebook que me enferma, me tensiona, me enoja y me duele profundamente. Me refiero a la realidad.
Lloro un poco la realidad todos los días.

 

Miércoles 19 de abril.
Tengo una contractura fuerte en el hombro derecho. Ayer volví a yoga y la profe me preguntó cómo me sentía. Le conté sobre este dolor, me preguntó si era la maternidad. No, le dije: es la realidad.

 

Jueves 20 de abril.
La semana santa es una cosa sin hijos y algo interminable con hijos.

 

Viernes 21 de abril
Hoy es 21 pero no empieza ninguna estación
Sin embargo hoy estalló el otoño. Parecería que los árboles saben que los 21 son rituales de iniciación y se desprenden de sus hojas para acariciar el cemento.

 

jueves 27 de abril
Cada día disfruto más. Y cuando estoy muy bien desconfío.
Está todo demasiado hostil como para que yo sea feliz.
¿Agradecida?

 

Viernes 28 de abril
Hubo amenaza de herpes
un domingo a alguien en una guardia
se le ocurrió que podía darse el lujo
de determinar que mora tenía un herpes,
familiar de la varicela.
Eso, además de ser un virus atacando el cuerpito de mi hija,
implicaba casi diez días de faltas en el jardín
implicaba la locura.
¿Por qué a veces me cuesta tanto estar con ella? Por que me siento presa.
La amo como nunca amé a nadie en mi vida y me hace inmensamente feliz
y sentirme presa.

 

miércoles 9 de mayo
El café havanna me vuelve loca

 

Jueves 10 de mayo
Hoy a las diez de la mañana, en pleno transcurrir de mis tres horas me visitó el chico del purificador de agua para retirarlo (o venderlo) y para hacerme unas preguntas que completarían una encuesta con la que se supone aprenden más de los usuarios y así venden más o al menos lo intentan.
No podía creer estar invirtiendo esas horas sagradas en esa encuesta.
¿cuándo se me ocurrió la genial idea de citarlo a las 10 de la mañana?
Esas cosas se resuelven con hijita dando vueltas, haciéndolo sentir incómodo y logrando por ende esa falsa compasión que los hace salir disparados y, con suerte, no volver.
Las madres somos odiosas, creemos que somos impunes. Y los hijos mucho más.

 

Miércoles 24 de mayo
Estar sola en esta casa la hace más linda
la ordeno y la fotografío en su soledad
hay huecos que surgen cuando estoy sola
porque puedo mirar entre las cosas sin urgencia
y ahí aparecen transparencias que antes no estaban.

 

jueves 1ero de junio
Por suerte pateamos al segundo para el año que viene. Al menos yo.

 

Lunes 5 de junio
Todo el tiempo que le di la teta a Mora
que se extendió hasta casi los dos años
me sentí poderosa. Invencible e infinita.
Animal, leona, infalible, amante y amada.
Hasta el final
que se me presentó como una situación
que no supe manejar.
Ella me pedía y yo ya no quería,
o más bien, quería manejar yo los tiempos.
¿Cómo podía pensar que podía manejar,
los deseos y necesidades de un bebé?
Ella quería succionar y yo quería respirar.

 

Miércoles 7 de junio
A veces extraño a S. cuando se va a trabajar.
Quiero decirle que se quede tranquilo
que aunque a veces desbordo
sé con certeza
que lo está haciendo todo maravillosamente bien.

 

Lunes 12 de junio
Durante la noche Mora se despierta una o dos veces
desde su camita me llama
«mamita»
Esa palabra mágica es como una flecha
que se me dispara directo al corazón
y me da fuerza para levantarme y apoyar los pies
en la madera fría del piso
caminar hasta su cuarto y sin pensar
meterme en su cama cara con cara
pegadas
y sentir su aliento de bebé dormido.

 

lunes 3 de julio
Hubo un bache, sí
es que entré en una crisis profunda, pero ya estoy saliendo,
sólo me falta ganar un poco más de cash.
¿Mora? increíble. Ella fluye con la vida.
Cuando Mora necesita ayuda grita:
Ayuda! ayuda!

 

Sábado 8 de julio
Vinimos a Lincoln, nuestra siesta del mes.
Lincoln se me representa en mi imaginario
como el lugar en donde puedo parar, dormir.
La hora de la siesta ya no es mí responsabilidad
no tengo que especular con el descanso.
Terminamos de comer y nos vamos, borramos de un plumazo
todas las obligaciones de padres
somos de nuevo adolescentes
a veces incluso, ni levanto la mesa
cosa que me hace sentir terriblemente culpable
eso no es de adolescente. La culpa es más de madre.
La cosa es que nos encerramos en el cuarto y dormimos.
Sin alertas, sin reloj, sin saber bien qué pasa ahí, con ella.
Esa siesta del mes es el milagro del descanso.

 

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fotos/ Lucía Galli es fotógrafa profesional recibida en la Escuela de fotografía creativa de Andy Goldstein. Docente de fotografía desde el año 2010. Dirige SANTA desde el año 2011 junto con Iara Kremer, un espacio dedicado a la gestión de proyectos artísticos vinculados a la fotografía. Es ahí donde funciona una usina de aprendizaje sobre  fotografía y donde brindan cursos junto con una curaduría de artistas consagrados. Se puede ver más de su trabajo en https://luciagalli.com