Relatos/Partos

1100 días

por Meli Wortman*

Tres mujeres y una salamandra en un pueblo al pie de la sierra.
Una fecha prevista.
Un hijo que llega puntual en el centro mismo del invierno.
Una partera. Una gestante. Una amiga.
Los cuerpos bailan, se acompañan, se sostienen; se muerden, se pesan, no se lastiman.
Un cuerpo como un dique de piedras y ramitas.
Una pelota enorme resiste el movimiento, se balancea en la luz tenue.
Una realidad: ese día, el hospital es la peor opción.
La casa se adapta, inesperada.
La tarea crucial es alimentar el fuego, para que una de ellas vaya perdiendo su ropa.
Las ramas crepitan, secas.
El sonido del fuego se entrelaza con la música, los cantos y los gritos, que ocupan todo el aire.
El lenguaje de las palabras no es necesario; parece un exceso, una imprudencia.
Una ducha cobija el vaivén de una cintura; el timbó en la puerta de la casa contiene el viento.
El espacio que importa se reduce a unos metros de aire.
Una presencia trae a los pies de la cama la fuerza ancestral que cuida el gesto de brotar.
El viaje es etéreo pero empuja hacia la tierra y sale de su centro con la fuerza de un temblor.
Somos tres de este lado de la piel.

Un anillo de fuego se instala en el portal por demasiado tiempo.
El salto del agua a la tierra se demora más de lo que la vida puede soportar.
El latido preciado se detiene junto al vaivén.
El pánico no tiene lugar en esa espesura, solo se instala un tiempo fuera del tiempo.
La eternidad puede volverse una habitación.
Un silencio nuevo inunda cada molécula.
Unas manos no se sueltan, al borde del naufragio.
Una mujer ante un abismo.
La vida posible se le escabulle entre las manos.
Su hijo no encuentra el camino entre sus piernas para atravesar los mundos.
Esa mujer decide, por fin, dejarse morir si es necesario.
Las piedras ceden de golpe bajo el poder de la corriente.
La furia, la fuerza, el desgarro.
Explota el centro del universo.
Todos los elementos en un segundo.
La bocanada inmensa, el llanto precioso, el calor, aterrizar en este mundo.

Somos cuatro y tenemos la vida de este lado de la piel.

 

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Ella/ Melisa es tan madrina y tan fan del helado y de los cuentos, que creó un podcast de cuentos para infancias llamado Helada Madrina.