1.- ¿Te gustaría contarnos cómo nace esta microeditorial centrada en la importancia del parto?
Mamífera nace en julio de 2020, después de tres años amasando la idea, a partir de un reportaje visual que publiqué en 2017 en Revista Paula, que invitaba precisamente a hacer el mismo ejercicio; recorrer y reconstruir en primera persona el parto de seis mujeres, desde las primeras contracciones hasta el nacimiento de sus hijxs. Solas, acompañadas, en hospital o en casa, el factor común era esa cuestión animal que había despertado en ellas el parir; una sabiduría intrínseca y heredada, de emociones poderosas/transformadoras/ avasalladoras, que a su vez dejaban entrever luces de un género herido; un linaje histórico de dolor y miedo, de anulación y neutralización de la capacidad corporal y emocional de las mujeres, y especialmente de la mujer madre, tantas veces invisibilizada incluso desde el feminismo. Me parece alucinante comprender el desarrollo del universo y el comportamiento humano desde ese punto; desde la decisión y conciencia de esa mujer, desde sus saberes y su experiencia. Una cosa, pienso, es el conocimiento científico (matronas, doulas y mujeres que están cambiando la forma de nacer en Latinoamérica y el mundo), pero otra, tan importante como la ciencia, es el bagaje mental y emocional que traen generaciones y generaciones de mujeres en sus propios cuerpos. La pregunta que me hice fue: ¿cuándo dejamos de escucharnos, entre mujeres, para comprender nuestros cuerpos y procesos fisiológicos? Detrás de la editorial en sí misma, hay una intención, también, de recuperar el valor de la tradición oral como un tesoro propio, de cada una y de todas a la vez, que nadie puede quitarnos. Desde lo subjetivo (justo me pillas retomando terapia jajaja), me doy cuenta que también tiene que ver con mi propia historia, de un linaje materno muy herido. Mamífera nace, también, desde la cabeza y el corazón de una mujer como yo, que nunca ha sentido y crecido con el deseo de ser madre. Por tanto, cada libro es, también, remover lo propio. Desde esa vereda, del no haber parido, el acto de parir en sí mismo me vuela la cabeza y me invita a preguntar e indagar hasta en el más mínimo detalle, porque en sí misma la experiencia me es completamente desconocida.
2.- ¿Cómo se cruzaron o cruzan tu tarea de periodista con la de editora? Los libros nacen a partir de una serie de entrevistas, fotos y voces reunidas ¿Es así?
Es así. Al igual como construiría un reportaje periodístico, para crear cada libro lo que hago es realizar entrevistas personales, en las que vamos recorriendo de manera temporal y lineal los días, las horas, las sensaciones. Casi todas las veces ocurre que termina por desordenarse lo «lineal», porque los recuerdos van saltando y se van conectando. Una vez terminadas las entrevistas transcribo todo y voy armando los relatos. Cuando el texto está listo, se diseña. Una vez que el libro está diseñado, se envía en versión PDF para revisión y correcciones de texto y diseño. Es un proceso lento y pienso que es justamente eso lo que la mayoría más disfruta. Más allá del libro, como objeto y testigo de ese hecho tan poderoso, tan lleno de simbologías, el ejercicio de recordar, reconstruir y repasar es, también, parte importante del proceso.
3.- ¿Sentís que cada libro resulta un poco una obra de carácter colectivo?
Sí y no. Sí, porque luego de oír, leer y releer los testimonios, hay saberes/sensaciones/ apreciaciones/conocimientos que se repiten, como si todas las mujeres que hubiesen alguna vez parido fueran una misma gran voz; como un saber milenario que emana de la tierra, compuesto de miles y miles voces interiores. Pero a la vez, realmente es muy impresionante constatar que ningún parto es igual a otro; muchos elementos se repiten, pero lo que le hacen sentir esos elementos a una mujer, no le hace sentir necesariamente lo mismo a otra. Cada parto es único, porque cada existencia y corporalidad también lo es, y eso, desde mi existencia del no haber parido, creo que nos conduce, como género, a la libertad; el parto ha de ser lo que cada mujer quiera que el parto sea.
4.- ¿Qué diferencias encontrás a la hora de hablar de parto y cesárea? ¿Hay en la búsqueda del relato una intención sanadora siempre?
5-¿Qué lugar tienen en Chile las matronas? ¿Han alcanzado sus voces una importancia popular?
En mi humilde opinión, ya que no soy profesional de la salud ni tampoco trabajo en ese campo, creo que son cada vez más las matronas, matrones y doulas que están cambiando la forma de nacer en Chile desde sus propios territorios médicos, como también son miles y miles las mujeres que con su voz han logrado que el parir y el nacer sea una cuestión política y de salud pública, pero esencialmente de derechos humanos. Hoy, ese trabajo de hormiguita que tantxs profesionales, activistas y mujeres vienen haciendo hace años ha ido encontrando su cause, en mi opinión personal, en buena parte gracias al feminismo, que nos ha permitido a todas, más rápido o más lento, recuperar y reivindicar nuestros cuerpos como un territorio propio, visibilizar la urgencia de los derechos sexuales y reproductivos, y situarnos a observar con perspectiva de género también el parir y el nacer; la violencia sistemática e invisibilizada que subyace en un acto tan sagrado y transformador como es el de crear y dar vida. Gracias al trabajo de cientos de matronas y mujeres, hoy, a paso muy lento, en Chile se está discutiendo la Ley Adriana, que busca erradicar la violencia obstétrica y garantizar un parir respetado, que irónicamente es lo más básico y esencial de cualquier ciclo de vida; ese instante efímero en el que nos integramos a este planeta, que no me cabe duda nos marca, a todxs, a lo largo del ciclo de vida. En este orden, no quiero dejar de mencionar tres organizaciones que considero muy potentes y relevantes si se trata de cambiar el paradigma del nacer-parir en Chile: Fundación Ovo, Coordinadora por los Derechos del Nacimiento y Almatriz Doulas.
6- ¿Qué te atrae personalmente del parto y la maternidad, de querer saber cómo lo viven las mujeres ?
Sumándolo a la primera pregunta, donde respondo en parte esto, creo que la reivindicación y lectura del dolor, cuando se trata del parir, me parece alucinante, cautivante, deslumbrante. La capacidad de mente y cuerpo de transformar dolor en cause; el dolor como guía para viajar a ese limbo desconocido y volver, como cuando nos preguntamos donde va uno luego de morir? La diferencia es que aquí se va y se vuelve. Pero nadie vuelve igual. Registrar lo que ocurre después de ese viaje, me vuela la cabeza.
Precisamente a partir de esa pregunta surge Lamer las heridas, el segundo fanzine de circulación gratuita de Mamífera que se está cocinando jiji. Cuando comencé con la editorial me llamó muchísimo la atención que hubiesen compañeras que escribieran preguntando si era posible hacer su propio libro si habían parido por cesárea, como si la cesárea, en sí misma, no fuera parir. Como si la cesárea anulara por completo la experiencia, y tiene sentido; Chile tiene una tasa de cesáreas dramática en comparación a lo recomendado por organismos como la OMS, tanto así que en un libro me ocurrió que un papá, reflexionando sobre ello, cayó en cuenta de que nunca antes se había preguntado cómo llegaba un bebé al mundo. «Yo pensaba que nacer era un doctor con bata blanca, que un día llegaba, hacia un tajo en la guata y salía la guagua», me dijo, y esa frase me quedó muy latente. La sobre medicalización del parto ha nublado por completo todo lo que sabemos respecto de nuestra propia llegada al mundo, por una parte. Pero por otra, cuando se trata de una cesárea necesaria, respetada, contenida desde un espacio cuidado y amoroso, surgen relatos tan hermosos y relevantes como en un parto vaginal. Me fui un poco por las ramas jajaja, pero respondiendo a ambas preguntas; creo que la mayor diferencia en los relatos no está solamente en si es parto vaginal o una cesárea, sino cuánto de esa decisión pasó por la mujer que parió. A partir de allí, hay relatos desde el alivio y amor hacia a esa cesárea, que esa mujer sintió que era lo que necesitaba, convencida y decidida, y otros de mucho dolor y transgresión del propio cuerpo; todos necesarios de oír, de visibilizar, de incorporar como mujeres y humanidad, para aprender/abrazar/reivindicar desde allí; desde la experiencia de otrxs que han parido, que no necesariamente se condice con lo que sugiere un doctor que estudio siete años. Creo que allí radica precisamente lo «sanador» del relato: entender que la sabiduría de quien va a parir es tan -o más- importante que la sabiduría que aporta el conocimiento médico.
5-¿Qué lugar tienen en Chile las matronas? ¿Han alcanzado sus voces una importancia popular?
En mi humilde opinión, ya que no soy profesional de la salud ni tampoco trabajo en ese campo, creo que son cada vez más las matronas, matrones y doulas que están cambiando la forma de nacer en Chile desde sus propios territorios médicos, como también son miles y miles las mujeres que con su voz han logrado que el parir y el nacer sea una cuestión política y de salud pública, pero esencialmente de derechos humanos. Hoy, ese trabajo de hormiguita que tantxs profesionales, activistas y mujeres vienen haciendo hace años ha ido encontrando su cause, en mi opinión personal, en buena parte gracias al feminismo, que nos ha permitido a todas, más rápido o más lento, recuperar y reivindicar nuestros cuerpos como un territorio propio, visibilizar la urgencia de los derechos sexuales y reproductivos, y situarnos a observar con perspectiva de género también el parir y el nacer; la violencia sistemática e invisibilizada que subyace en un acto tan sagrado y transformador como es el de crear y dar vida. Gracias al trabajo de cientos de matronas y mujeres, hoy, a paso muy lento, en Chile se está discutiendo la Ley Adriana, que busca erradicar la violencia obstétrica y garantizar un parir respetado, que irónicamente es lo más básico y esencial de cualquier ciclo de vida; ese instante efímero en el que nos integramos a este planeta, que no me cabe duda nos marca, a todxs, a lo largo del ciclo de vida. En este orden, no quiero dejar de mencionar tres organizaciones que considero muy potentes y relevantes si se trata de cambiar el paradigma del nacer-parir en Chile: Fundación Ovo, Coordinadora por los Derechos del Nacimiento y Almatriz Doulas.
6- ¿Qué te atrae personalmente del parto y la maternidad, de querer saber cómo lo viven las mujeres ?
Sumándolo a la primera pregunta, donde respondo en parte esto, creo que la reivindicación y lectura del dolor, cuando se trata del parir, me parece alucinante, cautivante, deslumbrante. La capacidad de mente y cuerpo de transformar dolor en cause; el dolor como guía para viajar a ese limbo desconocido y volver, como cuando nos preguntamos donde va uno luego de morir? La diferencia es que aquí se va y se vuelve. Pero nadie vuelve igual. Registrar lo que ocurre después de ese viaje, me vuela la cabeza.
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Ella/Almendra Arcaya (Santiago de Chile, 1992) es periodista de la Universidad Católica de Chile. Luego de trabajar tres años en Revista Paula, en 2018 se integró a la editorial Memoria Creativa, donde se dedicó a escribir y editar libros biográficos y de no ficción. A partir del reportaje visual Mamífera, publicado en 2017 en Revista Paula, en julio de 2020 nace el proyecto homónimo; una microeditorial incipiente dedicada a transformar el acto de parir en libros por encargo y fanzines de circulación gratuita, que son creados mediante un ejercicio colectivo, a partir de convocatorias abiertas.