Nostalgia del futuro

En las santas nubes

Por Ana Iniesta*

Las santas nubes
Tengo un fular violeta. Lo visualicé violeta, más desde que me enteré que iba a tener otro varón, nada de Violeta, una nena al fin en mi vida llena de varones. (Catorce primos, dos hermanos varones, un padre densísimo, sin madre puesto que liberó su puesto a mis 15 añitos).
El fular violeta dice “mummis”, qué rechazo me dan las palabras en otro idioma – y más el english mal usado. Intenté pensar qué hacer para sacárselo, mi dispareja me dijo, “No le cosás nada que es elástico” . Claro, pero si mis redondeles de crochet colorines no sirven.. ¿qué le pongo? Bueno, finalmente lo uso así.¿Por qué eligen ponerles palabras en inglés? Si yo soy mamasa, madraza, mamucha, mami, má, mamá, todo menos una “mummi”. Y la clientela que compra esa tela larga por $300 en mercado libre tampoco es mummi, es mamá clase media intentando ser lo mejor mamucha se pueda, aunque se compren la tela y luego no la usen porque cómo carajo se anuda, da calor, me asfixio yo, el chico y la mar en coche.
En fin, tengo un fular violeta que dice “mummi” y ya a esta altura lo adoro, porque me acompaña en las crisis de cólicos de mi bebé Miyazaki, porque puedo hacer caca y pis sin que la creatura se despierte y porque tenerlo pegadito pegadito me aliviana la incomprensible situación de que hace tan tan poquito tiempo él estaba dentro mí moviéndose como Nijinski y yo era libre de cuerpo y manos y ahora tengo el corazón cada día un poquito más expandido de amor -y cuando digo amor es amor.- y la mente cada día más libre de verdad. El estado nube del puerperio es, nuevamente, una de las experiencias más bellas que me ha tocado existir.
Tengo un fular violeta y doy la teta caminando.

Mañanas informales
¿Qué por qué subí bajo la lluvia torrencial a la terraza? ¿con el culo semi al aire y botas? ¿con el bebé de un mes y diez días en el fular violeta? ¿Qué cómo subí con mi remera celeste intenso para amamantar puesta, llena llena de teta? Y una vez en la terraza, me subí a otro escaloncito más desafiante y le tiré a la casa de mi vecina con tres hijxs , un avión. No ¡dos! aviones con un trompo beybley en el centro adentro de una bolsa blanca marca carnicería del barrio (como decir marca acme… las milangas de pollo tienen un olor que hasta al cavernícola de mi consorte dijo qué tufo).
Es que mi hijo el mayor, lluvia finita constante y domingo de por medio, los tres despiertos desde las 7 am, -señor consorte durmiendo hasta las 9 para luego darme mi revancha con la almohada- se le ocurrió devolverle a su amado vecinito su trompo. Y primero, hacer el avión.
Bien ¡hay actividad! mate y mate nos entretuvimos. Escribirle con sus 5 añitos a cuestas: ”te lo devuelvo , esto es tuyo” Una maravilla en marcador verde…frase que se mojó con la lluvia y se cayó ni pasando nuestro patio a pesar de mis mil explicaciones de “se va a borrar la tinta”, “con la lluvia es difícil que tome vuelo” . Llanto, por qué se “gorra la tinta”, “¿por qué no vuela?”. El peso del agua en el papel hace que no vuele, la tinta se borra, es así… porque la física… porque es así. Bueno hijo hizo otro avión, bueno lo convencí de que iba a ocurrir exactamente lo mismo.
Bueno, va mami en culo con todo envuelto en una bolsa para que llegue a destino. (Porque la visualización de la misión de mi felino mayor es avión volando feliz hasta Ciro, jamás avión en bolsa cual regalito de perro).
Y así fueee fium. Llegó pero justito llegó a la esquina del patio de la casa contigua y se clavó en el arbusto. Le mandé mensaje a la mamá vecina para que lo agarrara y la tragedia no sea mayor.
Caritas redondas amarillas y felices: “Gracias, llegó”.
¿Que no se perdió de nada verme en culo y bb subida a la terracita? Seguro.

Madre corresponsal
Esa es la sensación que traen mis tetas llenas de leche casi gregarias a la panza, mis venitas cuasi várices en el costado de las rodillas, mis mini arruguitas arriba de los labios, mi mechón disperso de canas blancas al frente del remolino. Mucho más joven y luminosa, porque parir te deja de suma madre. Una especie de esplendor para cualquier machirulo ofendido porque la palabra en las masas ya no es tráfico de drogas. Es droga en trafic, de la buena, espiritual y grati. Te la convidan las otras bocas, se gana en las marchas, sobaco a sobaco, caminanta tras caminanta.
Mucho más joven mucho más vieja, así me voy transformando en algo de mi madre algo de mi abuela algo de mis tías. Al fin puedo decir al fin, llegué a ese umbral sin farolito pero siempre iluminado por la luz de nuestro linaje. Yo no me siento orgullosa de dicha acción insconsciente, cierto pacto con la diabla que hay en mí. Ya me siento parte del aire, de ese aire que reconozco como uy estoy del otro lado y nos reímos, todas las yo nos reímos. Salto a la soga con mi generación mamá y nos reímos aunque comencemos a reconocernos como esto que somos, madres criando niñxs con muchas pero muchas ganas de que la plaza sea un gran pogo infinito de amor y rock and roll. Pero ojo, frenen el mundo fantasy, bájame de la calesita tía Anita, hay que poner límites porque sino te salen uno zanguangos y eso jamás, madre corresponsal.

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Ella//Ana Iniesta nació en Bs As en 1983.  Es egresada de la Escuela Metropolitana de Arte dramático. Publicó «Rebenque en flor» (Ed Del Citrino) , «León, el pez» (Ed En Danza),  «La nueva vez» (Ed Pánico el pánico). Escribió las obras «Esplendor de lo invisible», «Caer solita» y «Amazonana» entre otras en las que participó. Compone música para chicxs, coordina su propio espacio cultural Taller del Bichofeo.