una escena distante
La muerte es una escena distante
en el cine
pero yo he visto morir a mi madre
sin que los ángeles
vinieran a buscarla
El aire se le iba de los pulmones
y sus ojos no eran sus ojos
sino dos túneles
le hablé al oído
para decirle que la amaba
que ya no intentara más
Pero era yo la que respiraba
sin poder soltarla
mientras ella volvía
lento
al estadío inerte de la materia
aniversario
Cuando la pena es íntima
se vuelve cómoda y segura
como una cueva
no se mide con palabras
hay un brillo sobre nosotros
pero no podemos verlo
me inquieta perder el hilo
o que las flores se doblen
sobre el mármol
las aves cantan
en los árboles desnudos
la llovizna dibuja
diamantes
en el pelo de mis hermanas
mi hermano guarda mi mano en la suya
para darle calor
todos nos quedamos
en silencio
un rato largo
miramos tu nombre tocar la tierra
duelo
En esto también
el aire
se parece al duelo
alojar el dolor del mundo
recortar el vacío
y llamarlo:
amanecer de todos los días
noche que cae sobre un río
árbol que muda sus dedos
hacia la primavera
Capullo
Recuerdo la sala del consultorio
el sillón de mimbre
ese pasillo con puertas blancas
por donde nunca pasa la luz
voy desnuda en mi ropa
pero igual me desvisto
Soy ahora
la piel anónima de un número
Una más
Qué abro
cuando abro las piernas
y siento el frío de los instrumentos
No, no cortes
No, no cortes
Sí, es ahí
Hay un silencio
como caer en agua tibia
sueño con una fiesta en una terraza
con el amor cuando se prende del cuerpo
como un gusano de seda
el amor es un capullo
despierto
y una voz dice que todo va a estar bien
¿Es mi voz?
¿No estoy muerta?
Sonrío
bajo el shock de la anestesia
oigo el sonido de los instrumentos
bajo el agua
Ya está, dicen
y me levanto despacio
muda, dolorida
una túnica me cubre para siempre
me sostengo en la nada
sanar la madre
Iba a decir que tuve
una pesadilla anoche
en la que se repetía
el pasado
La llaga
sangraba otra vez
en mi cuerpo
en esa calle del conurbano
pero desperté aliviada
y acomodé la angustia
alrededor del órgano cálido
en el que respiro
Ya sé que perdí la fe
y parte de mi fuerza vital
en el intento pero
¿Viste cómo espera en la cueva
la bestia que ha caído
en una trampa?
Así espero yo
que el tiempo haga lo suyo
y el camino hasta la madre sane
Un terreno rojo
donde me siento
y construyo con escamas
este nido
¿Qué madre podré ser
hasta que no cure ese pasaje?
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Ella/ Carolina Giollo (1982, Haedo) estudió Letras en la UBA, trabaja como profesora en el nivel medio y terciario, es gestora cultural, escribe desde siempre. En 2015 publicó “La resistencia de la luna” (Huesos de jibia). En 2017 publicó “Exilio” (Caleta Olivia). Desde 2013 organiza el ciclo de poesía y arte Rumiar Buenos Aires, junto a Gaby Larralde.