Magia/Poesía

Noelia Rivero

Nueva Atlantis

La playa, la luz
la sirena vestida con valvas moribundas
de almejas.
La playa, la luz, la hija.
El dolor infecundo
antiguo, ajeno.
La sirena de fina cintura se lo lleve,
ya lo ofrece con sus brazos mal dibujados
de arena que huyen a la vista de su único
ojo egipcio. Gracias.
Hay un coro, una inquietud en los médanos
de cresta verde, los vigilo,
estamos solas
clasificando vida de basura en la orilla,
¡no te mojes!
y copia de los dibujitos la manera de llevar
una bolsa y un palo de los vagabundos,
de los huérfanos,
para los tesoros que ayudé a buscar.
Pronto, un corazón enorme será lamido por el mar.
Todas las huellas, todos los nombres tendrán sepultura,
las almejas, las algas, las prestobarbas.
Y en su lugar, una inscripción extraña, la marca ondulada
de una serpiente infinita que repta discontinua,
dorada y seca, en el médano alto; húmeda y blanca en el encuentro del mar.
La señalo. Lo mismo la pisotea.
Lo mismo me da un beso.

 

Ama de casa 2

Vapor.
Pienso en magia cuando vuelco las ramitas de tomillo
las burbujas aparecen como ojos sin iris ni pupilas
rápidas nacen se elevan se transforman
en el alivio para el agobio del mundo
que visita mi pecho.

Vapor.
La mañana envuelta en este terrario de cristal
letras, luego palabras leídas desde la cama
crecen cortas, pequeñas como el tomillo
danzan en la voz de la aprendiz.
El gato negro la escucha
y traduce a las estrellas
la semilla de los días.

Vapor.
El encantamiento
brilla sobre las zanahorias recién cortadas
aquí, en la fortaleza, el privilegio es llorado
mi caldero hierve
pero no quema a mis enemigos
alivia la pus
empaña el cristal
donde la niña dibuja
la ventana que da al vacío,
al patio yermo del vecino.

 

Catábasis

La última caricia, la que suelta la vigilia
como una hoja se suelta de la rama
y se pierde de vista en la corriente,
es de la fina mano de la finitud;
una dulce caricia que me hace saber:
lo que conozco desaparecerá.
Y ese ensayo del abandono celular lo compacto
en la pena del día en que ya no vea la carita de mi hija.
Para entonces, ¿ya tendrá esta dureza cítrica,
y será más fácil abandonar las ramas de mi cuerpo?
—Pero eso lo pienso ahora.
Anoche crují al irme en la fuerza del río que ahora es sueño
y en el sueño también transitaba de la mano de una pequeña
y un señor mayor nos repartía cintitas para que nos dejen pasar
y mientras caminábamos entrábamos en una multitud que se iba.
El pueblo entraba en el campo, el espacio era poco, un agua lenta subía:
rodillas, cintura, y no podía ejecutar el deber de elevar la vida que tenía a mi cargo.
El deber de sobrevivir se iba derritiendo.
La multitud se arrodillaba y cantaba frente a un oso enorme y hambriento
su panza marrón, sus garras, su boca abierta en el salto,
todavía no sobre nosotras dos,
que rodábamos redondas hacia atrás
como las hojas son vueltas y enruladas por el cambio repentino del viento.
Todavía sobre nosotras no.

 

Mesita afuera

Ni magia, ni misterios, ni milagros.
Las estrellas estaban en tu vestido
la lluvia celeste, noticias falsas
visiones imposibles desde la naturaleza
de una terraza. Tres nubes, sí, peregrinas
como confiadas babosas en el cielo amarronado;
“14 estrellas”, resolvés contar
mientras me mirás extendiendo el lenguaje en un fulgor
en una línea de conciencia nueva
que redibuja el contorno de tu cara.
Pienso: “Ni magia, ni misterio entre nosotras”,
las cosas como son
unidades discretas de afecto
la hija aún como el gato
entero, sentado, los ojos proyectando paralelas,
¡terracota viva!,
la madre, despejando
el nido de palabras.
—¿Si guardáramos una nube en un frasco, qué se hace?
Qué se hace.
Tardo.
—Se hace agua, mamá.
Agua que una sola vez inunda la memoria
errante, muda,
disuelta de un cuerpo.

 

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Ella/ Noelia Rivero estudió Letras, es docente y escribe para medios gráficos entre otras aventuras del freelanceo. Publicó los libros de poesía Yelmo (El ojo del mármol, 2016); Fiesta en un patio de Temperley (Zorra/Poesía, 2009) libro-álbum ilustrado por Pablo Besse; Más claro todo (Zorra/Poesía, 2007) y varios fanzines en colaboración con dibujantes y poetas amigas, el último: Espesa (2017), junto con Marina Bandin. Participó en las antologías Color Pastel (2018); Martes verde (colectiva de editoras, 2018); ¿Qué hubiera dicho Safo? (editorial digital Outsider, 2016); Un verano antes del verano: Poesie, fotografie und notizen aus Buenos Aires, Edition clandestin (2015, BachmanEbert compiladores), Suiza; Literatura y Maternidad (Ediciones Presente, 2012); Poetas Argentinas 1961-1980 (editorial del Dock, 2008); Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008); entre otras. Creó la editorial Zorra/Poesía entre 2004-2010. Instagrammea en @noenoelnoelin, FB: Noelia Rivero.
Estos poemas conforman un anticipo de su libro inédito: Íntimo, primitivo, familiar.

 

Imágenes// Marina Bandin  – https://marinamaminas.tumblr.com/https://www.instagram.com/marina_maminas/