Magia/Poesía

Maia Minovich

Poemario del primer bimestre en la maternidad

1)
Saco fotos en todo momento
Los quiero agarrar con fuerza
Quiero habitarlos con profundidad
Quiero recordarlos para siempre.
Saco fotos en cada situación y pienso en el futuro
cuando esto que hacemos ahora
con tanta naturalidad sea solo un recuerdo
y yo te muestre fotos:
Así de chiquito eras, entrabas en mi falda
Así de cachorro eras, mirá cómo te prendías de mis dedos de mi pecho.
Así que saco fotos y un rato después las miro en la pantalla del celular.
De pronto girás tu cabeza abrís los ojos y me mirás con tal intensidad que suelto el teléfono y te devuelvo la mirada con una sonrisa y algo de culpa.
Acá estoy mi amor, entera en nuestro momento,
quiero decir,
aunque un cachito de mí está cooptado por la nostalgia de esta felicidad, la felicidad total, la felicidad original,
esta forma de estar tan unidos y fascinados.
Quiero vivir así para siempre
Mamifera Con mi cachorro en Instagram ahre

2)
Serenidad

Mi bebé no llora más.
Le dolía la panza pero ya no llora más.
Lo tengo en brazos, su respiración es suave casi imperceptible.
Es de madrugada y todavía no hay pájaros que canten.
La puerta de la habitación está abierta para que entre el frío del aire acondicionado prendido en el living.
El padre, mi novio,  ronca.
Si lo toco para pero
merece dormir, otorgo .
De lejos se escucha pasar el tren
que llega o se va de Jagüel.
Eso es como a 15 cuadras de acá.
Me hace acordar a cuando vivía con mis padres y de madrugada escuchaba
la bocina del San Martín
por la ventana de mi habitación en el pulmón de manzana de Serrano y Corrientes.
Era una señal exclusiva de la noche:
Privilegio de la oscuridad, creía,
el mayor acceso al silencio para los lúcidos que lo buscan.
La otra tarde en la pileta
nadaba de espalda,
sobre mi espalda en el agua,
patada de pecho muy suave,
un paseo a velocidad crucero de humanos.
El cielo estaba todo cubierto
por una fina capa de nubes,
como un plato gourmet,
y las golondrinas lo recortaban en diagonales.
Por la orilla paseaba en mi bebé
en cuenta regresiva hasta necesitarme.
Estaba en brazos del padre
con la mirada perdida
en el suelo o en el agua.
Me sentí egoísta y lo extrañé.
Quiero poder compartir con él todo lo bueno, agradable y placentero, pensé.
Ahora pasa de nuevo el tren y pasa un avión, como las golondrinas de una pileta negra sin bordes.
No tengo mucho sueño pero si no me duermo pronto puede ser terrible.
Soy horrible cansada,
mi bebé me merece mejor.
Ahora se mueve en su mini camita pegada a la mía .
Le doy la mano y se vuelve a dormir.
Me dan ganas de ir con él.
Quién duerme a quién.
Quién es quién.

3)
Mi duraznito duerme encima mío, respira agitado de tan lleno. Si él sonríe yo me siento igual de satisfecha. Tengo el ego corrido, no quiero nada más que hacer de su experiencia en el mundo lo más placentera que se pueda. Sufro si sufre y he desarrollado una novedosa preocupación por los hijos ajenos y una empatía por todos los que crían.
Hablar con una madre desconocida por la calle es encontrarse con una compatriota.

4)
Ahora que tengo un hijo de pronto noto que hay un montón de noticias de bebés que se mueren ahogados en una inundación o asfixiados en un auto. será mi atención selectiva hacia el terror de turno.

5)
Amigas mandan foto de la máscara facial de barro del mar muerto que se están haciendo este domingo nublado y fresco mientras en mi cara mi bebito se tira un pedo. Yo amo sus pedos. Bravo por ese sistema digestivo que funciona tan bien.

6)
Quizás suene psicótica pero hoy te tuve en brazos toda la tarde
No dejé que llores y te puse en la teta ni bien empezaste a hacer tus muecas de hambre
Y también te dejé en la teta hasta que la soltaras por tu cuenta aunque hubiera pasado mucho más tiempo del que se supone
Y también te dejé volver a meter la teta en tu boca aunque fuera para dormir y no para tomar
Así pasaron las horas
Diez horas que no lloraste ni tampoco te despertaste
Tuve la atención de un ninja a tus movimientos para acoplarme a ellos procurandote lo que intuí era tu mayor comodidad.
Y dormiste profundo, te colgaban los brazos, no te importaban los ruidos
En mi imaginación de esta manera te estábamos sacando el resfrío.

7)
pienso que la hipersensibilidad del puerperio es parte del mecanismo biológico para poder registrar las sutiles señales de un recién nacido.

8)
El pijama de las ballenas te hacía ver más bebé, como si fuera posible ser más bebé que vos a los 17 días de vida.

9)
Estoy tan apegada y atravesada por vos qué tengo terror de que no estés algo más que perfectamente bien.

10)
Si estoy con vos, por ejemplo dándote la teta, pero le presto atención a otra cosa, digamos Netflix, te re enojas. Apretás los puños y resoplas como un toro y hasta gritas. Se te pasa si vuelvo a mirarte y mimarte y a poner toda mi intención en lo que estamos haciendo. Dirían que estoy flasheando pero juro que es así. Tengo testigos.

11)
Por indicación de la pediatra tengo que dejar pasar dos horas entre cada comida. Pero vos pedís teta, más allá del hambre, llorás y te fallo. Siento que voy a dejarte una herida en tu humanidad por esto. Perdón mi sol.

12)
A la mierda la pediatra. Lo que vos quieras es lo que está bien.

>>>

Maia Minovich/ Nacida (1986) y criada en Villa Crespo. Me dedico desde muy joven a organizar o comunicar movidas culturales. Estudié artes en la UBA (no terminé) y gestión cultural en FLACSO . Fui fundadora de Matienzo y ahora trabajo en el Ministerio de Cultura de Buenos Aires. Escribo poesía desde tercer grado aunque solo presenté algunas en formato performático. En 2018 nació Félix y aún nada en este mundo compite con pasar el tiempo con él.