Relatos/Partos

En esta gota de agua experimento el océano completo

Por Melisa Szpiezak*

La vida es eterna en cinco minutos

Vivimos en una chacra cerca de un pueblito de Río Negro, llamado Luis Beltrán. El río nos abraza; entre sus dos brazos norte y sur estamos nosotros, una isla continental.
Vinimos a la naturaleza en busca de la vida, fluyendo con sus ciclos, entregándonos a lo que propone cada etapa del año, cada estación. Aprendiendo a interactuar con ella. Elegimos ser observadores, alimentar nuestra consciencia, ser testigos y crearnos. Y en el proceso de crear nuestra existencia, la vida aterrizó fuerte y hermosa… ESTAMOS EMBARAZADOS!

Reproducirse…
ese evento tan trascendental en la vida del ser.
Un flash abstracto en la vida concreta.

El embarazo es un estado de transparencia y claridad. La información está disponible, es solo cuestión de conectarse y oírla. Confiar plenamente, todo está encaminado, el poder de la vida está gestándose en mi interior…

Soy un campo fértil cuando estoy embarazada.

< SEMANA 16: Para nosotros es un gran proceso recibirte, desde el día en que te gestamos hasta hoy, hubieron ya muchas transformaciones, muchísima ACEPTACION. Tantas veces en la vida pensé en vos y ahora ya estas acá, adentro mío, es un momento fuerte y de una gran apertura. Dentro mío estoy gestando tu cuerpo, tu ser, somos una por este tiempo, vos me habitás y yo te habito. De dos células (una mía y una de papi) estas hecha, enterita… la ALQUIMIA SAGRADA del amor y del crecimiento (crear cimientos). Los tres somos un núcleo y vamos a transitar juntos LA VIDA, así: simple y real, con todo lo que se nos presente, aprendiendo a convivir, a valorarnos, a nutrirnos mutuamente, a ser mejor para recibir lo mejor>

Al pensar en el parto, era clarísimo que elegir una vida sana y natural incluía este momento único en la vida: tu nacimiento. Nosotros lo sentimos firme: vas a nacer en nuestro hogar (aún cuando todavía no lo habíamos construido!!!!), este es el modo que elegimos para recibirte, en el mismo ambiente donde vas a vivir. Durante el proceso de gestación fuimos construyendo nuestra casa, el nido, desde sus cimientos hasta la puerta de entrada, con adobe, madera, botellas de vidrio, piedras, materiales para reutilizar y darles nuevas formas. Mientras se creaba la vasija interior, también se construía la gran vasija.

Cuando una mujer está dentro de su PODER AUTENTICO,
sin importar cómo se manifieste eso,
su parto es normal, natural y perfecto para ella.

<SEMANA 37: Me siento muy vulnerable. Estoy en un trabajo de apertura muy profunda y a la vez siento que necesito cerrar y cerrarme a todo lo que me haga desenfocar de mi misión. Voy a transmundar un ser que ahora solo toco yo desde mis adentros. Vas a atravesarme, pasar por mi centro, para encarnar independiente. Es un proceso TRASCENDENTAL y para volverlo real debo confiar y sentirme segura. Absolutamente en familia. Completa intimidad. Confiando en que quienes me rodean me apoyan sin juzgarme ni evaluarme. Solo me sostienen para habitar cada minuto, y poder atravesar lo que se presenta. >

Las últimas dos mañanas me desperté con luminiscencias en la mirada… TODO BRILLA!! Y en mi mente resuena una canción que dice …brillando libre va a crecer, brillando libre…
El día anterior fue un día muy intenso de limpieza profunda, en comunión con nuestros amigos con quienes vivimos de cerca todo el embarazo, transformamos la obra en construcción en una casa y cerramos la noche con un hermoso fuego al aire libre entre comidas y cantos.
El domingo me desperté y dije: “Si no fuera porque estoy embarazada, siento que hoy bajaría mi luna”.  Y así fue como entramos en el proceso de recibir las contracciones.

A la tarde empezó la misión de transformar esta casa en nuestro hogar, junto con papá fuimos ambientando el espacio con nuestras pertenencias, las cosas que sentimos necesarias tener a mano para el trabajo de parto, para estar cómodos, para sentirnos seguros. Nuestros amigos llegaron para abrazarnos, mimarnos y bendecirnos en el viaje que se aproximaba, sus miradas luminosas de amor nos llenaron de fortaleza. Todos estábamos esperándote, hija.

Cuando bajó el sol, estaba todo listo tal como lo soñamos: botiquín y toallas limpias, salamandra a puro fuego, el quematutti encendido para tener agua calentita, una sopita de zapallo lista, papi enyoguizado y bañado, yo vestida de gala para recibirte, la lámpara de sal iluminando todo con su calidez. Yo ya sentía la presencia de cada contracción como un aviso, igual en mi mente seguía dudando si realmente era hoy el día! Esa noche, mientras abrazábamos la idea de que ya había llegado el momento de atravesar este portal, nos miramos, nos amamos, cada uno hizo sus rituales. También le preguntamos al tarot, primero salió XI. La Fuerza, una mujer en contacto profundo con el instinto animal, y luego X. La Rueda de Fortuna, definitivamente un cambio de ciclo. Nos sahumamos, respiramos y nos sumergimos.

Las mujeres son diosas al parir.
El poder de dar vida es el poder total.
Soy todopoderosa.

A las dos de la mañana (ya era lunes!) estábamos acostados con papá, las contracciones entraron en ritmo entonces llamamos a Nadja, Eliana y Roberta, nuestras tres magas, hermanas, compañeras. Ellas estaban juntas de “pijama parto” esperando nuestro llamado. Cuando llegaron nos reunimos los cinco en la cama compartiendo las últimas cositas antes de entregarnos al trabajo conjunto,  eso me permitió soltar los últimos pensamientos del plano práctico material, para entregarme a la energía que se estaba abriendo desde adentro de mí, para convertirme en canal. El lugar ya se sentía mágico, cada una se movía por el espacio como si de toda la vida lo conocieran. Cada una en su eje y en su foco. Juan presente, entregado, bello y lleno de misterio. Durante la madrugada las contracciones fueron las maestras, me mostraron el dolor y me enseñaron a dejarlo transitar por todo mi cuerpo, con el aire ir encontrando los recorridos para abarcarme y también con el aire, salir de mi cuerpo. La respiración es TODO. Una tras otra fueron llegando y fueron mil prácticas de recibirlo y despedirlo, hasta que entendí: el dolor es una energía y su cualidad es doler, entonces el desafío es ir abriendo la cuerpa-canal para que fluya y no se trabe en ningún recoveco. Todo se sentía completamente nuevo,  100% natural y orgánico, como si de toda la vida me hubiese preparado para este momento.

Roberta, silenciosa, me acompañó y me sostuvo durante todo este proceso hasta que clareó el cielo, y yo volví de este pequeño viaje, nos miramos y me dijo: “está amaneciendo” con su sonrisa gigante, avisándome que había sobrevivido a la noche y estaba renaciendo en mí. Habíamos superado la primera etapa!
Entre al estar, por la ventana se asomaba una imagen hermosamente conmovedora: la bruma de la noche se estaba elevando al cielo, sobre el campo infinito y de fondo la alameda firme y presente… busqué a Juan, lo besé y le saqué la remera, necesitaba instintivamente el contacto con su piel, sentirlo. Con los ojos llenos de emoción le dije: “Mirá dónde estamos, amor, mirá dónde estamos!”. Nos dimos un baño caliente, (la primera vez que nos duchamos en nuestra casa), es tan perfecta el agua calentita recorriendo mi espalda mientras siguen las contracciones.
Después del baño Nadja me viste con mi vestido violeta y siento la necesidad de reunirnos los seis, de saber cómo estamos, cómo está cada uno, y mientras el sol empieza a bañarnos con su luz, le cantamos al gran espíritu para que guíe nuestro corazón, y nos enseñe a comprender y recordar quiénes somos y ser.

La Quietud:Por un momento todo se frena. Es el momento de descansar, de recuperar fuerzas para lo que se viene. Papá y yo nos acostamos en el medio de la sala, abrazados y cerramos los ojos. Solo estar ahí. No tenía noción del tiempo y su transcurrir, pero sabía que se venían momentos intensos. Las tres magas salieron a tomar un mate, a distenderse, las escuchábamos reír, bellas ellas.

La Marea: Esta fue una etapa larga, de muchas contracciones, que no parecían avanzar para ningún lado, el trabajo en equipo fue muy poderoso, todos me fueron sosteniendo con fuerza y presencia, a mi alrededor, respirando y navegando conmigo cada expansión. Fue una etapa difícil porque parecía eterna, la bolsa no se rompía aún y yo sentía que sin eso no iba a suceder nada. En un momento estábamos con papá de frente, a mi derecha Robi y a mi izquierda Eli y los cuatro en una danza de círculos, éramos un solo movimiento, meciéndonos y respirando hasta que pluck! Salió el tapón mucoso y seguimos en la danza hasta que nuevamente pluck! La bolsa de aguas! Yo sentí mucho alivio y alegría, sabía que estábamos bien, que ahora sí podíamos avanzar.

Las Grandes Olas: El trabajo cambió, la energía se empezó a sentir como un embudo, estábamos cada vez más cerca, sentía tu cabecita avanzar dentro mío, asomarte y retroceder. La expansión se sentía muy fuerte, sabía que estábamos en la etapa final del proceso, la más cruda y a la vez la que le da comienzo a todo. Las ganas de pujar llegaron solas, una vez, dos veces, ahh! Gritaba como nunca antes en la vida, indescriptible, el sonido nacía en mis entrañas y atravesaba mi garganta, era como si la boca y la vagina estuviesen conectadas necesitando abrirse y expandirse más allá del límite de lo imaginable, otro pujo otro grito y ahí estaba, tu cabeza en mi mano. Yo estaba arrodillada, las chicas me acostaron sobre Robi, mientras Nadja de frente veía que había una vuelta de cordón en tu cuellito, estabas completamente morada, instintivamente lo resolvieron sin que yo me enterara de nada ni me salga del estado de calma y confianza. Respiramos, esperamos y en un siguiente pujo ya estabas afuera, recibiéndote en mis brazos, una ranita húmeda. Encontré la mirada de Juan y nos unimos los tres en el primer gran abrazo que nos hizo padres. Y ahí me acordé ¿qué serás, bebé o beba? Habíamos esperado los nueve meses para enterarnos y ahí estabas, bellamente mujer. Bienvenida a la vida, hija.

La placenta salió simple y sola en un siguiente pujo, completa, hermosa y gigante. Siempre me la imaginé más pequeña, de pronto ahí en un cuenco de madera se veía inmensa. Nadja nos hizo un licuado delicioso de un pedacito de placenta, con manzana, miel, canela, pimienta y otras magias. En los días siguientes hicimos tintura madre para conservarla y el resto lo enterramos junto a un árbol de moras.
Tu nacimiento fue el evento inaugural de nuestra casa y con vos nació una bola de amor, que no imaginaba hasta que me cruce con tu mirada y entendí tantas cosas imposibles de traducir en palabras, amé a mi madre que me parió, sentí gratitud por la sabiduría infinita del universo y la vida, a la experiencia que acabamos de transitar, tan única.
Y nos quedamos los tres en casa, aterrizando de a poco e intimando piel a piel… el comienzo de esta familia naciente después de este bello emerger, habiendo atravesado una bisagra espiritual, la energía en toda la chacra se sentía con un aura protectora, como una burbuja en el mundo, de lazos limpios y profundos.

Para nacer, primero  hay que destruir un mundo

 

Yo sé parir.
Como parieron las mujeres que me precedieron:
mi madre, mi abuela, mi bisabuela, mi tatarabuela y así hasta la primera mujer.
Las llevo grabadas en mis células. Es su legado.
Mi cuerpo sabe parir, como sabe respirar, digerir,
engendrar, andar, hablar, pensar.
Está perfectamente diseñado para ello.
Mi pelvis, mi útero, mi vagina son obras de ingeniería
al servicio de la fuerza de la vida.
Yo soy la que sabe y la que sabe me susurra.
Cabalga la energía de las contracciones como si fuera un éxtasis.
Loba, leona, hiena, yegua, zorra, gata, pantera,
encuentro mi hembra de poder y me convierto en ella.
Y siendo ella, mamífera todopoderosa, DOY LUZ.

 

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Texto/ Soy Miel Szpiezak, vivo en la patagonia argentina. Soy alfarera, madre, doula. Me apasionan los procesos creativos con las manos y la alquimia de los cuatro elementos.

Foto/ Eliana Moscovich