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Geraldine Lanteri

Soy Geraldine, fotógrafa, docente y mamá de Aurora hace 3 años.
Desde el primer día hasta hoy, estoy intentando comprender de qué se trata esto de haberme convertido en la persona absolutamente más importante para alguien.
¿Para siempre? ¿Por ahora?
Cuando parece que lo entendí, se presenta otro nuevo desafío que me hace tener que comprender mi lugar nuevamente. Vivo repensándome, lo cual es una aventura reveladora y estremecedora a la vez.
La fotografía, en gran parte, me ayuda a lograr ese entendimiento siempre cambiante. También me ayuda a vincularme con mi hija, a la vez que se presenta como una posibilidad de volver a mí misma, de recuperar mi propio terreno y conectarme con mi quehacer: con mis ojos, con mis manos, con mi cuerpo.
Hay un lugar común – por lo obvio, por lo compartido- que consiste en aceptar que es imposible hablar de LA maternidad a secas, como un concepto abstracto, sino de maternidades vividas, habitadas por cuerpos agotados, plenos, vacíos. Y de libertades transformadas: desde la libertad para poder cerrar la puerta para ir al baño sola hasta la libertad para dedicarle el tiempo necesario a lo que te hace sentir realizada profesionalmente.
Las experiencias son tan singulares, que se podría decir que cada madre es un definición posible de maternidad, en la que se cruzan, como en una furiosa avenida, miles de factores como la historia personal y familiar de cada una; la estructura de la que disponemos para criar a nuestrxs hijxs (ayuda externa o la falta de ella); si trabajamos o no trabajamos, y qué tipo de trabajo tenemos; la cantidad de metros cuadrados en los que vivimos con nuestrxs hijxs; el contexto socioeconómico, que puede acribillarnos o impactar sobre nuestros hábitos de manera más suave; las personalidades de cada una: la tendencia a la ansiedad, el stress y la melancolía o el ánimo más calmo y armado de paciencia.
Tu maternidad nunca será igual a la mía.
Y sin embargo, queda lo universal. Porque si existe una palabra que condensa esta nueva realidad, es esta: ambivalencia. Esa que te hace ir del amor más extremo al agobio más extremo; de la maravilla más absoluta al temor más absoluto.
Y todo esto siempre se da junto, en bloque.
La maravilla y el temor que implican el tener la enorme responsabilidad de cuidar a tu hijx desde el aspecto más literal hasta el más simbólico de ayudarlos a construir una visión del mundo. Porque un hijx en un punto es eso: una visión del mundo, que va a venir a acoplarse o a modificar las precedentes, no un cuerpo minúsculo, moviéndose por el mundo.
Si hay algo que puede decirse de LA maternidad es que es una experiencia absolutamente transformadora, que te modifica de una manera despiadada, definitiva.
Bienvenidas al resto de nuestras vidas.

 

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Ella/ Geraldine Lanteri. Podés ver más de su trabajo en www.geraldinelanteri.com y
@geraldine.lanteri