Magia/Poesía

Fernanda Alvarez

Pachón

Para qué habrás elegido venir aquí, justo adentro mío,
cuántas cosas más aprehenderé de tu mano y de tus orejas,
a ser fuerte lo primero, muy fuerte, una mamá ninja o kingkona.

Tus ojos me miran, de lejos y de cerca a la vez, tanto que mete miedo,
pero no un miedo de fantasmas o de ladrones, de chuquis o policías,
ni siquiera miedo de no poder verte más algún día;
es un miedo del que no puedo huir
(ya te contaré algún día que esa es mi especialidad)
de que es acá, así, de verdad, vos y yo y el universo que nos unió para siempre.

Sabés muchas cosas ya, y eso me asombra
y otras, ríos de preguntas,
¡ah! ¡arroyos de preguntas!
de lágrimas, ríos y arroyos de chinches por no saber poner límites,
maestro de la demarcación,
espejo profundo,
peces de colores en este río, en este espejo,
y los de tu cuento
y las mojarritas que pescaste con la caña que te regalaron,
y también los que andan en el cielo
¿ah, no? ¿no viste todavía los peces del cielo?
bueno, yo tampoco pero me los puedo imaginar,
así los escribo, porque me gusta imaginármelos mientras los escribo

Una vez te pregunte qué era lo que más te gustaba de la vida y me dijiste sin dudarlo:
TODO.
Claro, pensé yo, qué idiota.
Y así sos también, claro como el agua.
«La vida es un pájaro mamá ¿no sabías? y la naturaleza es un árbol»

Recuerdo una vez, estábamos hablando de que en nuestro planeta hay más agua que tierra, entonces te dije:
Yo soy del planeta agua
¿Y yo? me preguntaste
Vos también, te dije
Pero somos de naturaleza diferentes, me aclaraste
¿Ah sí? Te pregunté interesada
Sí.
¿Y vos de qué naturaleza sos?
Mi naturaleza es ser libre ¿y vos? Dijiste sin titubear
Y yo no sé. Respondí hecha una tonta de amor ¿Vos de qué naturaleza decís que soy?
Y, de río.

Me das vuelta entera y me pones el alma contra el viento, pululante, revuelta.
Las preguntas que hacés, casi siempre precedidas de un largo silencio,
esos momentos que te espío o te observo de lleno y estás resolviendo alguna emoción,
re-conociéndola.

Sos chiquito, me digo, pero ahí estás, re valiente con cuchillo y destornillador, con espada, con pinzas, con telescopio y estetoscopio, auscultando la sensación, observándola, saboreando, viendo qué onda…

Hace unos días me dijiste:
Hay algo que no está pegado entre nosotros dos.
Refiriéndote a esos momentos en los que no queremos jugar al mismo juego. La frase me quedó resbalando durante días, de la cabeza al corazón, del corazón a la panza y de la panza a los pies, después se fue o se guardó en los recuerdos.

Ahora dormís, y cuando dormís ya no hay tiempo, parece que recién hubieras nacido o que ya estuvieras por cumplir noventa años.

Cuando me enojo, me enojo mucho.
Me pongo torpe y gritona, te hablo mal y casi que no puedo controlarlo, soy yo el mar revuelto, la tormenta devastadora,
el monstruo
que sacude tus casitas y lastima las capas que unen y separan y después se le hacen cascaritas.
¡Ay que mamá más mandona!  me decís enojándote también mucho.
Y yo me siento mala madre, infeliz y desgraciada,
pero respiro, me voy afuera y azoto algún palo o caña contra la tierra o algo duro, camino, miro el cielo, pido y me calmo un poco,
vuelvo a entrar y te observo, conversamos
y cuando se puede, te pido perdón
(a veces también me perdono)
le hablo al Universo, Dios y Mamapacha que no sea tan irreparable lo roto,
que el grito no haya rasgado las partes más finas del cuenco de tu corazón.
Son muy feos todos esos días.

Mamá y Papá están separados.
Y a veces parece un río ensanchándose entre los dos,
alejando las islas que somos
Papá isla de pájaros, cabras y sauces, atardeceres
Mamá isla de monos, gallos y arena, amaneceres
Los otros días hiciste un dibujo de un ser con un cuerpo, tres cabezas, tres corazones y tres pies,
dijiste que éramos papá, vos y yo, un solo cuerpo con tres cabezas, tres corazones y tres pies
Me emocionó mucho el dibujo
y algo me duele casi siempre.
Sin embargo queda claro que sentís que somos uno
y uno y uno es todos y todos vinimos para amar,
como dice la canción que cantamos en la Escuelita.
La otra noche, conversando, me dijiste que para vos era difícil que estemos separados y me preguntaste sí para mí lo era,
yo te dije que sí, que para mí también y que seguro que para papá también,
y vos me dijiste que preferías que no nos hubiésemos separado.
Ahí, a mí, se me pone todo negro
y no puedo ofrecerte lo que necesitás,
pero ¿vos de verdad necesitás eso?
También hablamos de lo difícil que sería vivir juntos con acuerdos diferentes,
vos lo entendiste,
yo todavía no sé si lo entiendo.
Y me consuelo o contento pensando que todas estas vivencias te van a hacer más fuerte y más sabio,
o algo así… “qué se yo” (dice la polla de Laura; te gusta ese cuento y a mí también)

Todo nos está dado para sacarnos brillo, eso creo, hijo,
me es difícil ser impecable con las palabras, con los actos, tener algunos conceptos claros para trasmitírtelos, transmigrártelos
¿Qué te dejaré por herencia?
¿Qué sentirás por nosotros, tu familia, cuando seas grande?
A veces tengo miedo de ser irresponsable y que siendo adulto sufras por lo que no supe cuidar
¿Pero qué es ese miedo? ¿Dónde nace? ¿Dónde muere?

Ayer me preguntaste si habías sido otro antes que este que sos ahora,
si habías sido persona antes, o qué habías sido.
Me preguntaste qué eran los cítricos. Y también por qué todo, en el agua, es más liviano.

Hoy cumpliste 6 años
Se me pone seria la palabra cuando pienso en todo lo que pasó, no sé porque será, como que es denserio. Este amor tan profundo entre los dos y tan enérgico,
nos tratamos mal y nos amamos y nos perdonamos todo ¿o casi todo?
Mamá te cuida y vos te dejas cuidar, a veces mamá no sabe cuidarte tan bien como sus expectativas lo esperan pero vos lo aceptas igual,
yo mando a mis expectativas a nadar (al agua donde todo es más liviano)
y a vos te invito a dar una paseo en bici, me gusta llevarte sentado atrás, me vas charlando y acariciando la pancita.

También me gusta jugar a las “arrimas” y a la telepatía.
Y una vez que íbamos en auto, yo manejaba pensando en los trámites que tenía que hacer, vos ibas atrás, mirando por la ventanilla, los dos en silencio y por ahí me dijiste:
Yo sé hablar con Dios y con los pájaros.
Ah sí ¿cómo hacés?
Es fácil… Y me contaste.
Ese mismo día nos dijiste tu primer poesía a la luna,
la escribimos para que no se nos olvide.

Ahora cuando te quiero sacar charla de algo, me cortás dulcemente:
No te quiero contar mamá, porque esas son cosas mías.

 

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Ella/ Fernanda Alvarez. Nací y viví en Rosario hasta los once años que nos vinimos a Paraná. De niña y adolescente bailé y escribí, al mismo ritmo e intensidad con el que crecía, ambas eran un lugar de refugio y conexión con el mundo. Terminé la secundaria y me fui a Buenos Aires a estudiar Guión en la ENERC. En el año 2008 regresé a Paraná. Hice casi que de todo. Y en el año 2011 di a luz a Amadeo. He publicado unos libros y bailado unas obras. Ahora también estudio Letras. Mi blog es: http://mibicicletadeescribir.blogspot.com/ Podés leer el poema completo clickeando acá.